 La tina de la colada
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Anónimo francés del siglo
XV
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Versión libre de Juan Cervera
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PERSONAJES
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JACOBO, marido. |
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JUANITA, su mujer. |
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SUEGRA, madre de
Juanita. |
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La acción
transcurre en una aldea del siglo XV.
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A: Casa de Jacobo.-B: Escalerilla.-C: Poyo.-D: Tina E:
Peldaños.-F: Puerta.-G: Ventana
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Fachada posterior de una casa de campo que da a un patio.
En el centro, puerta practicable. A derecha, ventana abierta a la
altura del primer piso. En el patio, una higuera. Un poyo junto a
la pared. Una mesa rústica y una silla. Algunos aperos de
labranza colgados de la pared; entre ellos un garrote. Una gran
tina con escalerilla a cada lado para subir por ella para hacer la
colada. Una calabaza vinatera sobre la mesa. Un grillo canta
repetidas veces hasta que despierta a JACOBO, que se levanta y da varias
patadas en el suelo hasta hacerlo callar.
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JACOBO.- (Solo en escena,
recostado sobre el poyo con el sombrero encima de la cara, en
típica actitud de siesta. Se despereza.)
¡Pues sí que me aconsejó bien el diablo cuando,
sin pensarlo siquiera, me metí en esto del matrimonio! Desde
que estoy casado no tengo más que borrascas y
preocupaciones. (Se incorpora.)
¡Ah; mi mujer, por un lado, y mi suegra, por otro, como dos
demonios, me enredan y atormentan! Y yo, mientras una chilla y la
otra ruge, no tengo ocio ni reposo, felicidad ni calma.
¡Qué amargura! ¡Y cuánto dura esta vida!
Menos mal que... (Echa mano a la calabaza
vinatera.) Pero si yo sé mantenerme en mis
trece... (Resuelto.) Tendré
razón y ¡seré el amo de mi casa!
¡Qué caramba! (Se decide a
beber.)
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JUANITA.- (Desde la ventana ha
oído las últimas palabras. JACOBO al oírla pierde la
serenidad anterior.) ¡Cómo!
¿Todavía estás ahí sin hacer nada?
¡Espera a que baje! (Ruido de bajar por las
escaleras de madera. JACOBO, azorado, va a
hablar.) Mejor harías en callar y
ocuparte...
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JACOBO.- ¿En qué?
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JUANITA.- ¡A fe mía que la pregunta
tiene gracia! ¿Que en qué debes ocuparte?
¿Quién tiene que cuidar de nuestra casa?
( Aparece la SUEGRA y oye las últimas
palabras de la discusión.)
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SUEGRA.- (Entra. Lleva un capacho.
A medida que hable irá dejando sobre la mesa verduras, un
melón, tomates..., como si viniera de la
compra.) ¿Pero no sabes que mi hija tiene
razón? Debes escucharla, alma de cántaro. Has de
obedecer a tu mujer, porque tal es la primera obligación de
los maridos: obedecer a sus mujeres. ¿Te sorprendería
si algún día, como respuesta a todos tus descuidos,
se sirviera de un garrote? (Accionando con una
berenjena.)
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JACOBO.- ¿Pegarme a mí? ¿A
mí?
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SUEGRA.- ¿Y por qué no?
¿Acaso no dice el refrán «quien mucho te quiere
te hará llorar»? (Agarra el
garrote.)
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JACOBO.- Bueno, si es así, más
valdrá que no me quiera tanto. Ya la dispenso de tales
muestras de cariño. (Por la SUEGRA.) ¿Lo
oyes, buena mujer?
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JUANITA.- Los maridos deben hacer siempre el
gusto de su mujer. No lo olvides, Jacobo.
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SUEGRA.- ¿Acaso te empobrecerá
esto, hombre de poca fe?
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JACOBO.- Ciertamente no sé qué
hacer.
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SUEGRA.- Pues si quieres complacerla de verdad,
(Mirada de convivencia entre las dos.)
tendrás que llevar un registro donde apuntarás todas
las órdenes para no olvidarlas nunca.
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JACOBO.- ¿Un registro?
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SUEGRA.- Sí.
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JACOBO.- ¿Con sus órdenes?
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SUEGRA y
JUANITA.- ¡Sí! ¡Sí!
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JACOBO.-
(Vencido.) Con tal que haya paz, consiento.
Llevaré un registro. Eres mujer de mucho sentido
común, querida suegra. Llevaré un registro.
(Por las dos.) Os escucho.
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JUANITA.- Vete a buscar un pergamino.
Escribirás con buena letra..., para que se pueda leer.
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JACOBO.- (Sale. Vuelve con el
pergamino, tintero y una pluma de ganso para escribir. Se sienta a
la mesa, mientras ellas cuchichean alegres.)
¡Ah! (Suspira.)
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JUANITA.- Pon que me obedecerás siempre y
que harás siempre lo que yo te diga.
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JACOBO.- (Levantándose y
arrojando la pluma.) ¡No, no y no! No
obraré sino por razones...
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JUANITA.- ¿Cómo? ¿Otra vez
con la misma canción? ¿Ya quieres desdecirte?
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SUEGRA.- (Moviendo insinuante el
garrote.) ¿Por razones?... Hum, hum.
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JACOBO.- (Volviéndose a
sentar.) No; voy a escribir, voy a escribir.
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JUANITA.- Escribe, pues, y calla.
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JACOBO.- (Tomando la
pluma.) ¡Pardiez! ¡Qué buen
marido soy!
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JUANITA.- ¡Cállate! Como primera
cláusula pon que cada día, al romper el alba, te
levantarás tú primero. (JACOBO hace gestos de no
avenirse.) ¡Más aún! En seguida
habrás de prepararlo todo, encender la lumbre, poner el agua
a hervir... Al amanecer, y con mucho empeño, harás el
trabajo de los dos...
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JACOBO.- ¡Protesto!
(Levantándose y tirando la
pluma.) ¿Encender la lumbre? Y ¿con
qué objeto?
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JUANITA.-
(Tranquilamente.) Para calentar mi
camisa. ¿Lo oyes bien? Es absolutamente necesario.
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SUEGRA.- Hum, hum. (Cada vez que
hace este ruido lo acompaña la SUEGRA de un ligero movimiento de
garrote, que no suelta.)
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JACOBO.- (Volviendo a sentarse,
después de recoger la pluma.) De acuerdo, de
acuerdo. Con mucho gusto calentaré tu camisa.
(De pronto se detiene pensativo.)
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SUEGRA.- ¡Escribe! ¿Qué
aguardas?
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JUANITA.- ¡Me vas a encolerizar! Eres
más lento que un cangrejo.
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JACOBO.- ¡Espera, no tengo tinta!
Aún voy por la primera palabra.
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JUANITA.- Acunarás a nuestro hijito,
cuando se despierte de noche, y esperarás a que se duerma
antes de que te vuelvas a la cama.
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JACOBO.- (Sacudiendo el
pergamino.) Espera, que hay una arruga.
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JUANITA.- ¡Dios mío!
¡Qué torpe eres!
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JACOBO.- (Como si
copiara.) ¡Qué torpe soy!
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JUANITA y
SUEGRA.- (Las dos a la vez y una a cada
lado de JACOBO.) Tendrás
que...
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JACOBO.-
(Interrumpiéndolas.) Por amor
de Dios, no me habléis las dos a la vez, porque no voy a
comprender nada; no nos entenderemos y voy a emborronarlo todo por
apresurarme demasiado.
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JUANITA.- (A su madre, muy
digna.) ¡Habla tú, puesto que eres mi
madre!
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SUEGRA.- (El mismo
juego.) ¡Es tu marido! Yo debo callarme.
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JUANITA.- Te obedezco, madre. (A
JACOBO.) Si
nuestro niño, mientras duerme, por miedo al coco,
sueña... que es una fuente... y en el colmo de su
turbación provoca una inundación... deberás
enjugar sus lágrimas...
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JACOBO.- ¿Y si no quiere volver a
dormirse? ¿Y si llora sin parar?
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JUANITA.- Lo cogerás con cariño y
le harás muchas caricias, y sin mostrar enfado lo
pasearás, aunque sea de noche, de aquí para
allá, haciéndole pucheritos.
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JACOBO.- A fe mía que es excesiva tu
audacia. (Deja de escribir.)
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JUANITA.- ¿Qué esperas?
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JACOBO.- (Arroja la
pluma.) ¿Qué quieres que haga si ya no
cabe más?
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SUEGRA.- Hum, hum.
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JUANITA.-
(Acercándose.) Ponte a escribir
o te deslomo.
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JACOBO.- (Coge la
pluma.) Lo haré por el otro lado.
(Da la vuelta al pergamino.)
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JUANITA.- Escribe. Hay que sacar la ropa de la
colada...
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SUEGRA.- Preparar la masa para el horno...
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JUANITA.- Amasar el pan, recoger de prisa la
ropa tendida, por si lloviera...
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SUEGRA.- ¿Has comprendido?
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JUANITA.- Buscar arena para fregar...
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SUEGRA.- ¡Y correr como un galgo! Ir,
venir, trotar...
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JUANITA.- Arreglar, lavar, secar, frotar...
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SUEGRA.- Sacar agua para la cocina...
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JUANITA.- Buscar tocino en casa del
vecino...
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JACOBO.- ¡Por favor! Deteneos un
poco...
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JUANITA.- Y después poner el puchero al
fuego.
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SUEGRA.- Fregar con cuidado la vajilla...
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JUANITA.- Ir al granero por la escalera...
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SUEGRA.- Llevar el trigo al molino...
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JUANITA.- Hacer la cama muy tempranito...
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SUEGRA.- Dar de beber a la borrica...
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JACOBO.- (Aparte.)
Ya veo que piensas en ti.
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JUANITA.- Arrancar las coles de la huerta...
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SUEGRA.- Tener la casa limpia y barrida...
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JACOBO.- (Hace gestos de
desesperación, mientras hablan triunfantes las
dos.) ¿Cómo queréis que lo
escriba todo si no paráis de dictar? Decid lo que
queráis, pero palabra por palabra... ¡Aún ando
con el niño!
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JUANITA.- (Muy
despacio.) Escribe: hacer la masa, cocer el pan,
quitar de prisa la ropa tendida, por si lloviera...
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SUEGRA.-
(Interrumpiéndolo.)
¡Espera un poco!
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JUANITA.- (Con velocidad
creciente.) Cerner...
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SUEGRA.- Lavar.
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JUANITA.- Secar.
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SUEGRA.- Guisar.
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JACOBO.-
(Desesperado.) Lavar...
¿qué?
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JUANITA.-
(Velozmente.) Hacer que reluzcan los
platos, las escudillas, los peroles...
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JACOBO.- ¿Todos los pucheros de nuestro
vasar? ¡Válgame Dios! A pesar de mis deseos,
jamás podré acordarme de todo. (Tira la
pluma y gimotea.)
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JUANITA.- ¿Quieres irritarme más?
Para ayudar a tu memoria, escribe, ¡y menos historias!
(JACOBO se
pone a escribir de nuevo.) Tienes que ir al arroyo a
lavar la ropa de la cuna.
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JACOBO.- (Aparte.)
¡Vaya oficio! ¿Y si hiela?
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SUEGRA.- ¡Qué cabeza más
dura tienes!
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JACOBO.- Esperad...
(Escribiendo.) Las escudillas, los
pucheros, los platos...
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JUANITA.- A fe mía que no te das mucha
prisa.
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JACOBO.- ¡Caramba! ¿A quién
he de escuchar, a tu madre o a ti? (Deja la
pluma.)
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SUEGRA.- (Acercándose a
él.) Te voy a moler a palos.
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JACOBO.- (Con
dignidad.) No me dejo zurrar.
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JUANITA.- Déjate de discursos
inútiles. Pondrás el ajuar en orden. Me
ayudarás a escurrir la ropa de la colada, junto a la
tina.
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SUEGRA.- Después de haber limpiado el
fregadero.
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JUANITA.- (A JACOBO, que se detiene y mira a la
SUEGRA
aturdido.) ¡Pero date prisa! ¡Acaba!
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JACOBO.- (Después de un
instante.) ¡Ya está!
(Mirando a las dos.) Dejadme
respirar.
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SUEGRA.- Fírmalo y me iré en
seguida.
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JACOBO.- ¿Te irás? ¿Te
irás? Entonces firmo con las dos manos.
(Firma.) Tomad. Ahí esta el
pergamino. ¿No queréis que le ponga sello? Atadlo
bien con una cuerda y procurad que no se pierda. Pues aunque me
cuelguen, no obedeceré más órdenes que
ésas; jamás accederé a nada desde ahora en
adelante. Desde hoy sólo me someteré al pergamino.
Así se ha convenido. Tomad. Ya he firmado el pacto.
(Lo echa al aire. Ellas lo recogen al
vuelo.)
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JUANITA.- Eso es. Así se ha convenido,
Jacobo.
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SUEGRA.- ¡Adiós, hija
mía!
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JUANITA.- ¡Adiós, madre mía!
(Se va la SUEGRA, después de muchas
zalemas entre madre e hija y de darse varios besos y de repetir
«Adiós».)
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JACOBO.- (Queda estático,
cara al público, como vencido.)
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JUANITA.- |
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(Se acerca a la tina. Con aire
triunfal tararea, mientras da pasos al compás de la
música. Melodía popular catalana. Melodía
4.)
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Tan tarantán, que los higos
son verdes; |
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tan tarantán, que ya
madurarán... |
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(Grita.) ¡Jacobo, ven a
ayudarme! (JACOBO no oye. Ella saca la ropa de la
tina.)
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Si no maduran el día de
Pascua, |
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madurarán para la
Trinidad. |
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|
¡Jacobo, ven
a ayudarme!
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JACOBO.- (Que vuelve en
sí.) ¿Ayudarte en qué?
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JUANITA.- A poner la ropa en la tina, donde he
echado agua para la colada.
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JACOBO.- (Desenrolla su pergamino
y mira con atención.) No está en el
pergamino.
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JUANITA.- ¡Cómo! Apenas acabamos de
firmar y ya te sales con excusas. (JACOBO sigue buscando.)
¡Pronto! Mira hacia el final. Tiene que estar escrito: ayudar
en la colada. ¿Quieres que te escriba a bastonazos en la
espalda?
|
JACOBO.- No, no. Sí que está
escrito. Sin reparo lo he firmado y sin reparo voy a ayudarte. Te
obedezco. Has dicho la verdad. Otra vez ya lo pensaré mejor.
(Sube a un taburete o escalerilla que está
junto a la tina y que hace juego con el otro en que está
subida JUANITA. Esta le
tiende el extremo de una sábana, mientras ella sostiene el
otro.)
|
JUANITA.- ¡Tira con más garbo!
(JACOBO
tira..., pero luego suelta la sábana.)
¡Tira! ¡Si no, te la lanzaré a la cara!
(Le lanza una pieza de ropa mojada al
rostro.)
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JACOBO.- ¡Me has mojado el vestido!
¡Me has dejado como una sopa!
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JUANITA.- ¡Vamos! ¡Toma de esta
punta! (Se la lanza y él la
coge.) ¿Siempre has de estar gruñendo?
¡Tira fuerte, sin miedo! (Ella apoya el pie
sobre el borde de la tina.)
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JACOBO.- Como tú quieras...
(Tira tan fuerte que JUANITA pierde el equilibrio y cae
dentro de la tina.)
|
JUANITA.- (Desaparece sumergida
en la tina.) ¡Torpe, más que torpe!
(Saca la cabeza.) ¡Marido
mío, en piedad de mí! ¡Que me muero! ¡Ten
piedad de mí! ¡De tu mujer, que tanto te ama! Si no me
ayudas voy a perecer al momento. Dame la mano. ¡Pronto!
|
JACOBO.- (Mientras, ha descendido
y se ha colocado más hacia adelante, echa un trago con
satisfacción.) ¡Ah!
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JUANITA.- Ya siento que se me hiela el cuerpo.
¡Sácame de aquí!
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JACOBO.- (Después de un
momento.) Eso no está en mi pergamino.
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JUANITA.- (Sacando la
cabeza.) ¡La ropa me oprime y me ahoga!
¡Me muero! ¡Por Dios, sácame de este trance!
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JACOBO.-
(Cantando.) Tan tarantán, que
los higos son verdes... (Ademán de
beber.)
|
JUANITA.- ¡Ay, Jacobo mío, que ya
me llega el agua al cuello ¡Glu, glu, glu, glu!
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JACOBO.-
(Cantando.) Tan tarantán, que
ya madurarán...
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JUANITA.-
(Suplicante.) Jacobo, tiéndeme la mano.
|
JACOBO.-
(Cantando.) Si no maduran el día de
Pascua...
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JUANITA.- ¡Ay, que me ahogo!
|
JACOBO.-
(Cantando.) Madurarán para la Trinidad.
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JUANITA.- Jacobo, sácame de
aquí...
|
JACOBO.- Eso no está en mi pergamino.
|
JUANITA.- ¡Ay de mí!
(La melodía sigue al fondo, lenta y
suave.)
|
JACOBO.- (Leyendo su
pergamino.) «Por la mañana temprano
preparar todo, (Después de cada punto que lee,
JUANITA podrá
soltar un «ay».) encender la lumbre, ver
si hierve el agua...»
|
JUANITA.- ¡La sangre se me hiela en las
venas!
|
JACOBO.- «Colocar los objetos en su sitio,
ir, venir, trotar, correr...»
|
JUANITA.- ¡Estoy a punto de morir!
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JACOBO.- De eso tampoco dice nada el pergamino.
Estoy leyendo y busco en vano... «Arreglar, lavar, secar,
frotar...»
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JUANITA.- ¡Socórreme!
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JACOBO.- «Preparar la masa para el horno,
cocer el pan, recoger la ropa tendida,
(Recalcando.) por si
lloviera...»
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JUANITA.- ¿No me oyes, Jacobo?
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JACOBO.- «Calentar la camisa de mi
mujer...» «Llevar el trigo al molino, dar de beber a la
borrica...» (Con gestos de desencanto por la
SUEGRA.)
|
JUANITA.- Ven a socorrerme.
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JACOBO.- «¡Y después, poner
el puchero... al fuego!»
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JUANITA.- Llama a mi madre...
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JACOBO.- «Tener limpia la casa, lavar sin
parar las escudillas, los platos, los peroles...»
|
JUANITA.- Por favor, si no quieres ayudarme, ve
a buscar a mi madre, que podrá echarme una mano.
|
JACOBO.- Eso tampoco está en mi
pergamino.
|
JUANITA.- ¡Pues tenías que haberlo
puesto!
|
JACOBO.- No, no, yo escribí todo lo que
me dictaste.
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JUANITA.- ¡Sácame,
(Melosa.) amor mío!
|
JACOBO.- ¿Yo tu amor? ¡Tu enemigo!
¿Acaso has aliviado mi trabajo mientras vivías...?
Anda, anda, que sin pena ninguna te voy a dejar morir. Es
inútil, cariño, que te canses gritando de esa manera.
(Cesa la melodía anterior. Se oyen golpes en
la puerta.)
|
JUANITA.- ¡Ay, madre mía!
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JACOBO.- Vaya, ahora llaman a la puerta.
(Aparte.) Esperemos que no sea su
madre.
|
SUEGRA.- (Desde
fuera.) ¿No me abrirás en toda la
mañana?
|
JACOBO.- Hum, hum. Eso no está en mi
pergamino. (Se oyen ayes y lloros de JUANITA.)
|
SUEGRA.- (Sigue
golpeando.) ¿Qué oigo?
(JACOBO
empieza a tararear, mientras se oye ruido de subir por las
escaleras la SUEGRA, que
se asoma a la ventana.) ¿Qué veo?
|
JACOBO.- Nada, nada, que tu hija está a
remojo (Ayes de JUANITA.) en la
cuba.
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SUEGRA.- (Furiosa, desde la
ventana.) Pero, ¿qué ha pasado?
|
JACOBO.- Nada, que mi mujer casi se ha
muerto...
|
JUANITA.- ¡Ay!
|
SUEGRA.- ¡Ábreme, bufón de
mala casta!
|
JACOBO.- ... mientras hablaba..., cayó en
la tina de la colada.
|
SUEGRA.- (Que ha bajado ya y
está tras la puerta.) ¡Abre, asesino,
verdugo!
|
JACOBO.- (Sin darle
importancia.) Como habló demasiado, la pobre
tenía mucha sed.
|
JUANITA.- ¡Madre! ¡Que desfallezco
dentro de la tina! ¡Ven a socorrerme, madre!
|
JACOBO.- ¡Oh! ¡Se me parte el
corazón!
|
SUEGRA.- (Golpes en la
puerta.) ¡Abre, malvado, o tiro la puerta!
|
JACOBO.- Espera que quite la tranca.
(Va a coger el garrote para defenderse y atranca
más la puerta.)
|
SUEGRA.- (Después de un
fuerte empujón irrumpe.) ¡Espera, hija,
que ya estoy aquí! (A JACOBO.) Dame la mano,
bergante, y ayúdame a sacarla.
|
JACOBO.- (Muy seguro, apoyado en
el garrote.) Esto no está en mi
pergamino.
|
SUEGRA.- (Se acerca a él y
le da un pisotón.) ¡Malvado,
infame!
|
JACOBO.- ¡¡Ay!!
(Pierde el equilibrio y el palo, a la vez que se coge
el pie.)
|
SUEGRA.- (Que se ha hecho con el
palo.) ¿Vas a dejar morir así a tu
mujer? Ven y ayúdame a sacarla. (Ella lleva la
iniciativa. Se coloca uno a cada lado de la tina.)
¡Ayúdame! (JUANITA saca los brazos y la coge uno
por cada brazo y tiran. La SUEGRA ha apoyado un pie en el canto
de la tina. JACOBO da un
tirón fuerte y cae también la SUEGRA en la tina.)
¡Tunante, malandrín! ¿Vas a dejar morir
así a tu mujer?
|
JUANITA.- ¿Y a tu suegra?
|
JACOBO.- (Baja sonriendo y
frotándose las manos, y mientras ellas gritan
«ay», «ay»...) Tan
tarantán, que los higos son verdes...
(Canta.)
|
SUEGRA y
JUANITA.- ¡Ay, ay!
|
JACOBO.- Yo he de ser el amo de mi casa.
|
SUEGRA.- ¡Cómo! ¿Has perdido
la razón? ¿Tú el amo de tu casa?
|
JACOBO.-
(Cantando.) Tan tarantán, que
ya madurarán...
|
JUANITA.- ¡Jacobo, ten piedad de
mí!
|
SUEGRA.- ¡Y de mí
también!
|
JACOBO.-
(Cantando.) Si no maduran el
día de Pascua...
|
SUEGRA.- ¡Pronto!
¡Ayúdanos!
|
JACOBO.-
(Cantando.) Madurarán para la
Trinidad. Eso no está en mi pergamino. (Lo
mira constantemente.)
|
SUEGRA.- ¡Vamos! ¡Bandido!
¡Egoísta! Te lo pido de rodillas...
|
JUANITA.- Y yo también.
¡Sácanos de aquí!
|
JACOBO.- Tan tarantán...
|
SUEGRA y
JUANITA.- ¡Jacobo, por amor de Dios,
sácanos de aquí...!
|
JACOBO.- (Con aire de
triunfo.) Bueno; lo haré si me
prometéis que en mi casa mandaré yo.
|
SUEGRA y
JUANITA.- Te lo prometemos de todo corazón.
|
JACOBO.- ¡Ah!, ¿sí?
¡Qué amables! ¿No lo diréis por miedo,
verdad?
|
SUEGRA y
JUANITA.- ¡Te dejaré tranquilo, sin
pedirte jamás nada!
|
SUEGRA.- Y yo me callaré siempre...
|
JACOBO.- (Se
crece.) Hum, hum. ¿Lo prometéis de
veras?
|
JUANITA.- Yo sí.
|
SUEGRA.- Y yo también.
|
JACOBO.- ¿Tendré que hacer,
mujercita mía, una lista parecida a la que me hicisteis a
mí?
|
JUANITA.- No, amor mío,
descansarás todo lo que quieras.
|
JACOBO.- Al fin reconoces mi derecho. Eso
está muy bien. ¡Cómo se nota que me
quieres!
|
SUEGRA.- Y yo también.
|
JACOBO.- (Gesto de sorpresa al
oír a la SUEGRA.)
¿Eh?
|
JUANITA.- Sácame de aquí. Te pido
perdón. Yo haré todas las labores de la casa con
ardor y con coraje.
|
SUEGRA.- Y yo también.
|
JACOBO.- (Digno.)
¿Dormirás al rorro?
|
JUANITA.- ¡Sí! Sácame.
|
JACOBO.- ¿Harás la masa?
¿Cocerás el pan?
|
JUANITA.- ¡Por favor! ¡Te lo
prometo! Está bien. Desde hoy estaré siempre de
acuerdo contigo.
|
SUEGRA.- Y yo también.
|
JUANITA.- Ya no hablaremos más del
pergamino. Quémalo...
|
SUEGRA.- Y a mí también. No,
no...
|
JACOBO.- ¿No convendrá que lo
escriba? ¿Tendré que hacer la colada?
|
JUANITA.- No, amor mío. Mi madre y yo la
haremos solas..., y no te volveremos a molestar.
|
JACOBO.- ¿Calentarás mi
camisa?
|
JUANITA.- Haré lo que quieras, pero
sácame de aquí.
|
JACOBO.- ¿No me llevarás la
contraria?
|
JUANITA.- No. Siempre seré tu criada.
|
SUEGRA.- Y yo también.
|
JACOBO.- ¡Cómo me encanta esta
sumisión! Nunca me habéis gustado tanto como ahora.
Al momento os saco de la tina. (Saca a su
mujer.)
|
JUANITA.- ¡Ay, marido mío!
|
SUEGRA.- (Desde dentro de la
tina.) Hum, hum.
|
JACOBO.- (Con gesto de
distracción, que corrige, saca a la SUEGRA.)
Perdón...
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SUEGRA y
JUANITA.- (Se besan con aspavientos,
como en la despedida, mientras repiten.)
¡Madre mía! ¡Hija mía!
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JACOBO.- (Sonriente al
público.) Y así acabó la
farsa..., gracias a..., (Mira a la una y a la otra y
al pergamino roto ya..., y acaba señalando a la
tina.) gracias a la tina de la colada.
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(Una ráfaga de aire mueve ropa tendida en un
tendedor del patio. Música. Melodía 4,
vivo.)
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|
FIN
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