 El amor y la tierra
|
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 El amor y la tierra se abrazan
sollozando, |
|
|
|
y la arcilla y el ansia, y el
hombre nuevo nace. |
|
|
|
—¿De dónde
vienes, dime; di, amigo, adónde vienes? |
|
|
|
(Unos pájaros largos volaban
sobre el llano). |
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|
|
—¿De dónde
vienes, dime? |
|
|
|
—De un ansia
atormentada,
|
|
|
|
de vidas que prometen, y duelen, y
no brotan, |
|
|
|
con un paso cansado y un peso
resignado |
|
|
|
a reposar tranquilo en tu oscuro
silencio. |
|
|
|
|
Tierra, no palpites,
guárdame en tu tumba. |
|
|
|
Traigo los labios blancos de avidez
y de espanto. |
|
|
|
Mi dolor es tan grande como aquella
esperanza |
|
|
|
que me dio tanto amor y hoy me pesa
tan hondo. |
|
|
|
|
Creía que unos brazos en
cruz abren los mares, |
|
|
|
que unos ojos dan luz al cielo
estremecido, |
|
|
|
que unos labios que tiemblan
pronuncian ya palabras. |
|
|
|
Creía que las cosas nacen
sólo del ansia. |
|
|
|
|
Ahora vengo cansado,
dulcísimo y sumiso, |
|
|
|
con un peso de gritos que no han
podido huir, |
|
|
|
y te encuentro a ti, tierra, y en
tu oscuro latido |
|
|
|
perpetúo la angustia que
heredé de tus muertos. |
|
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|
El amor y la tierra se abrazaban
convulsos; |
|
|
|
se abrazaban las ansias palpitantes
e informes |
|
|
|
y la tierra que sube mojada, espesa
y fría |
|
|
|
y abandona en mi cuerpo su
eternidad sin alma: |
|
|
|
|
su yerta eternidad de
extensión desolada, |
|
|
|
de cielo en desvarío que no
encuentra sus nubes, |
|
|
|
de una luz que se sufre como muerte
desnuda |
|
|
|
que despoja de gritos y
sueños confundidos. |
|
|
|
|
—¿De dónde
vienes, dime; di, amigo, adónde vienes? |
|
|
|
—De una vida que duele porque
ignora sus gritos |
|
|
|
vengo a tu muerte, tierra, de
eternidad dormida; |
|
|
|
de un correr detenido a lo
inmóvil que vibra. |
|
|
|
|
Mis brazos se han abierto con deseo
de alas |
|
|
|
y hoy abrazan la tierra, cuna y
tumba del ansia. |
|
|
|
Un hombre nuevo nace sobre otros
hombres muertos. |
|
|
|
Hombres muertos descansan bajo el
hombre que nace. |
|
|
|
|
Voy por el mundo y canto. Voy por
el mundo y lloro. |
|
|
|
De tanto como amo no comprendo las
cosas: |
|
|
|
esta vida voraz que me espanta y me
llama, |
|
|
|
me da dolor y rabia, y me aterra, y
me absorbe. |
|
|
|
|
Tierra, guárdame contigo,
con tu muerte caliente, |
|
|
|
con tu sueño materno de
gritos sofocados; |
|
|
|
que un puñado de barro me
tapone esta boca |
|
|
|
que se abre y se abre, y no
encuentra su grito. |
|
|
|
 A
Blas de Otero
|
|
 Amigo Blas de Otero: Porque
sé que tú existes, |
|
|
|
y porque el mundo existe, y yo
también existo, |
|
|
|
porque tú y yo y el mundo
nos estamos muriendo, |
|
|
|
gastando nuestras vueltas como
quien no hace nada, |
|
|
|
quiero hablarte y hablarme, dejar
hablar al mundo |
|
|
|
de este dolor que insiste en todo
lo que existe. |
|
|
|
|
Vamos a ver, amigo, si esto puede
aguantarse: |
|
|
|
el semillero hirviente de un
corazón podrido, |
|
|
|
los mordiscos chiquitos de las
larvas hambrientas, |
|
|
|
los días cualesquiera que
nos comen por dentro, |
|
|
|
la carga de miseria, la experiencia
—un residuo—, |
|
|
|
las penas amasadas con lento polvo
y llanto. |
|
|
|
|
Nos estamos muriendo por los cuatro
costados, |
|
|
|
y también por el quinto de
un Dios que no entendemos. |
|
|
|
Los metales furiosos, los mohos del
cansancio, |
|
|
|
los ácidos borrachos de
amarguras antiguas, |
|
|
|
las corrupciones vivas, las penas
materiales..., |
|
|
|
todo esto —tú
sabes—, todo esto y lo otro. |
|
|
|
|
Tú sabes. No perdonas.
Estás ardiendo vivo. |
|
|
|
La llama que nos duele
quería ser un ala. |
|
|
|
Tú sabes y tu verso pone el
grito en el cielo. |
|
|
|
Tú, tan serio, tan hombre,
tan de Dios aun si pecas, |
|
|
|
sabes también por dentro de
una angustia rampante, |
|
|
|
de poemas prosaicos, de un amor
sublevado. |
|
|
|
|
Nuestra pena es tan vieja que
quizá no sea humana: |
|
|
|
ese mugido triste del mar
abandonado, |
|
|
|
ese temblor insomne de un follaje
indistinto, |
|
|
|
las montañas convulsas, el
éter luminoso, |
|
|
|
un ave que se ha vuelto invisible
en el viento, |
|
|
|
viven, dicen y sufren en nuestra
propia carne. |
|
|
|
|
Con los cuatro elementos de la
sangre, los huesos, |
|
|
|
el alma transparente y el yo opaco
en su centro, |
|
|
|
soy el agua sin forma que cambiando
se irisa, |
|
|
|
la inercia de la tierra sin memoria
que pesa, |
|
|
|
el aire estupefacto que en
sí mismo se pierde, |
|
|
|
el corazón que insiste
tartamudo afirmando. |
|
|
|
|
Soy creciente. Me muero. Soy
materia. Palpito. |
|
|
|
Soy un dolor antiguo como el mundo
que aún dura. |
|
|
|
He asumido en mi cuerpo la
pasión, el misterio, |
|
|
|
la esperanza, el pecado, el
recuerdo, el cansancio. |
|
|
|
Soy la instancia que elevan hacia
un Dios excelente |
|
|
|
la materia y el fuego, los latidos
arcaicos. |
|
|
|
|
Debo salvarlo todo si he de
salvarme entero. |
|
|
|
Soy coral, soy muchacha, soy sombra
y aire nuevo, |
|
|
|
soy el tordo en la zarza, soy la
luz en el trino, |
|
|
|
soy fuego sin sustancia, soy
espacio en el canto, |
|
|
|
soy estrella, soy tigre, soy
niño y soy diamante |
|
|
|
que proclaman y exigen que me haga
Dios con ellos. |
|
|
|
|
¡Si fuera yo quien sufre!
¡Si fuera Blas de Otero! |
|
|
|
¡Si sólo fuera un
hombre pequeñito que muere |
|
|
|
sabiendo lo que sabe, pesando lo
que pesa! |
|
|
|
Mas es el mundo entero quien se
exalta en nosotros |
|
|
|
y es una vieja historia lo que
aquí desemboca. |
|
|
|
Ser hombre no es ser hombre. Ser
hombre es otra cosa. |
|
|
|
|
Invoco a los amantes, los
mártires, los locos |
|
|
|
que salen de sí mismos
buscándose más altos. |
|
|
|
Invoco a los valientes, los
héroes, los obreros, |
|
|
|
los hombres trabajados que
duramente aguantan |
|
|
|
y día a día ganan su
pan, mas piden vino. |
|
|
|
Invoco a los dolidos. Invoco a los
ardientes. |
|
|
|
|
Invoco a los que asaltan,
hiriéndose, gloriosos, |
|
|
|
la justicia exclusiva y el orden
calculado, |
|
|
|
las rutinas mortales, el bienestar
virtuoso, |
|
|
|
la condición finita del
hombre que en sí acaba, |
|
|
|
la consecuencia estricta, los
daños absolutos. |
|
|
|
Invoco a los que sufren
rompiéndose y amando. |
|
|
|
|
Tú también, Blas de
Otero, chocas con las fronteras, |
|
|
|
con la crueldad del tiempo, con
límites absurdos, |
|
|
|
con tu ciudad, tus días y un
caer gota a gota, |
|
|
|
con ese mal tremendo que no te
explica nadie. |
|
|
|
Irónicos zumbidos de aviones
que pasan |
|
|
|
y muertos boca arriba que no, no
perdonamos. |
|
|
|
|
A veces me parece que no comprendo
nada, |
|
|
|
ni este asfalto que piso, ni ese
anuncio que miro. |
|
|
|
Lo real me resulta increíble
y remoto. |
|
|
|
Hablo aquí y estoy lejos.
Soy yo, pero soy otro. |
|
|
|
Sonámbulo transcurro sin
memoria ni afecto, |
|
|
|
desprendido y sin peso, por
lúcido ya loco. |
|
|
|
|
Detrás de cada cosa hay otra
cosa que es la misma, |
|
|
|
idéntica y distinta, real y
a un tiempo extraña. |
|
|
|
Detrás de cada hombre un
espejo repite |
|
|
|
los gestos consabidos, más
lejos ya, muy lejos. |
|
|
|
Detrás de Blas de Otero,
Blas de Otero me mira, |
|
|
|
quizá me da la vuelta y
viene por mi espalda. |
|
|
|
|
Hace aún pocos días
caminábamos juntos |
|
|
|
en el frío, en el miedo, en
la noche de enero |
|
|
|
rasa con sus estrellas declaradas
lucientes, |
|
|
|
y era raro sentirnos diferentes,
andando. |
|
|
|
Si tu codo rozaba por azar mi
costado, |
|
|
|
un temblor me decía:
«Ése es otro, un misterio». |
|
|
|
|
Hablábamos distantes,
inútiles, correctos, |
|
|
|
distantes y vacíos porque
Dios se ocultaba, |
|
|
|
distintos en un tiempo y un lugar
personales, |
|
|
|
en las pisadas huecas, en un mirar
furtivo, |
|
|
|
en esto con que afirmo: «Yo,
tú, él, hoy, mañana», |
|
|
|
en esto que separa y es dolor sin
remedio. |
|
|
|
|
Tuvimos aún que andar,
cruzar calles vacías, |
|
|
|
desfilar ante casas quizá
nunca habitadas, |
|
|
|
saber que una escalera por
sí misma no acaba, |
|
|
|
traspasar una puerta —lo que
es siempre asombroso—, |
|
|
|
saludar a otro amigo también
raro y humano, |
|
|
|
esperar que dijeras: «Voy a
leer unos versos». |
|
|
|
|
Daba miedo mirarte solo
allá, en lo redondo |
|
|
|
de una lámpara baja y un
antiguo silencio. |
|
|
|
Mas hablaste: el poema
creció desde tu centro |
|
|
|
con un ritmo de salmo, como una voz
remota |
|
|
|
anterior a ti mismo, más
allá de nosotros. |
|
|
|
Y supe —era un
milagro—: Dios al fin escuchaba. |
|
|
|
|
Todo el dolor del mundo le
atraía a nosotros. |
|
|
|
Las iras eran santas; el amor,
atrevido; |
|
|
|
los árboles, los rayos, la
materia, las olas, |
|
|
|
salían en el hombre de un
penar sin conciencia, |
|
|
|
de un seguir por milenios, sin
historia, perdidos. |
|
|
|
Como quien dice
«sí», dije «Dios» sin pensarlo. |
|
|
|
|
Y vi que era posible vivir, seguir
cantando. |
|
|
|
Y vi que el mismo abismo de miseria
medía |
|
|
|
como una boca hambrienta,
qué grande es la esperanza. |
|
|
|
Con los cuatro elementos,
más y menos que hombre, |
|
|
|
sentí que era posible salvar
el mundo entero, |
|
|
|
salvarme en él, salvarlo,
ser divino hasta en cuerpo. |
|
|
|
|
Por eso, amigo mío, te
recuerdo, llorando; |
|
|
|
te recuerdo, riendo; te recuerdo,
borracho; |
|
|
|
pensando que soy bueno,
mordiéndome las uñas, |
|
|
|
con este yo enconado que no quiero
que exista, |
|
|
|
con eso que en ti canta, con eso en
que me extingo |
|
|
|
y digo derramado: amigo Blas de
Otero. |
|
|
|
 Pasa y sigue
|
|
 Uno va, viene y vuelve, cansado de
su nombre; |
|
|
|
va por los bulevares y vuelve por
sus versos, |
|
|
|
escucha el corazón que,
insumiso, golpea |
|
|
|
como un puño apretado
fieramente llamando, |
|
|
|
y se sienta en los bancos de los
parques urbanos, |
|
|
|
y ve pasar la gente que aún
trata de ser alguien. |
|
|
|
|
Entonces uno siente qué
triste es ser un hombre. |
|
|
|
Entonces uno siente qué duro
es estar solo. |
|
|
|
Se hojean febrilmente los anuarios
buscando |
|
|
|
la profesión
«poeta» —¡ay, nunca
registrada!—. |
|
|
|
Y entonces uno siente cansancio, y
más cansancio, |
|
|
|
solamente cansancio, tiempo lento y
cargado. |
|
|
|
|
Quisiera que escucharais las hojas
cuando crecen, |
|
|
|
quisiera que supierais lo que es
abrirse el aire |
|
|
|
creyendo que uno colma de evidencia
el instante |
|
|
|
con su golpe de savia y ascendencia
situada, |
|
|
|
quisiera que pensarais
después de tanto esfuerzo |
|
|
|
que esa gloria y sorpresa fueron
luz, fueron nada. |
|
|
|
|
Lloraríais conmigo la
lágrima o la estrella, |
|
|
|
lloraríais verdades de
temblor transparente, |
|
|
|
caeríais como gotas de lo
espeso afligido |
|
|
|
y en lo pálido y liso
diminutos tambores |
|
|
|
sonarían al paso de los
números neutros |
|
|
|
como largos sumandos de implacable
cansancio. |
|
|
|
|
Lloraríais, y, ¡ay!,
lloro, yo, plural, yo, horadado, |
|
|
|
desalmándome lento,
sintiendo ya los huesos |
|
|
|
que, sueltos, se golpean, y al fin,
desencajados, |
|
|
|
baten, baten, aventan —polvo
y paja— mi vida. |
|
|
|
Lloraríais si vierais
cómo pienso en vosotros. |
|
|
|
Lloraríais, y, ¡ay!,
lloro, lluevo amén mi fatiga. |
|
|
|
|
Da miedo ser poeta; da miedo ser un
hombre |
|
|
|
consciente del lamento que exhala
cuanto existe. |
|
|
|
Da miedo decir alto lo que el mundo
silencia. |
|
|
|
Mas ¡ay! es necesario, mas
¡ay! soy responsable |
|
|
|
de todo lo que siento y en
mí se hace palabra, |
|
|
|
gemido articulado, temblor que se
pronuncia. |
|
|
|
|
Pensadlo: ser poeta no es decirse a
sí mismo. |
|
|
|
Es asumir la pena de todo lo
existente, |
|
|
|
es hablar por los otros, es cargar
con el peso |
|
|
|
mortal de lo no dicho, contar
años por siglos, |
|
|
|
ser cualquiera o ser nadie, ser la
voz ambulante |
|
|
|
que recorre los limbos procurando
poblarlos. |
|
|
|
|
A través de mí pasa:
yo irradio transparente, |
|
|
|
yo transmito muriendo, yo sin yo
doy estado |
|
|
|
al hombre que si mira parece que
algo exige, |
|
|
|
y simplemente mira, me está
siempre mirando, |
|
|
|
y esperando, esperando desde hace
mil milenios |
|
|
|
que alguien pronuncie un verso
donde poder tenderse. |
|
|
|
|
Sonámbulos acuden a
mí los que no saben |
|
|
|
si sufren o si sólo por no
muertos del todo |
|
|
|
aún siguen suspirando sin
encontrar su forma, |
|
|
|
su expresión absoluta, su
descanso y mi olvido. |
|
|
|
Y como quien conjura fantasmas yo
pronuncio |
|
|
|
palabras en que dejo de ser quien
soy por ellos. |
|
|
|
|
Cuando grito, no grita mi yo para
decirse. |
|
|
|
Cuando lloro, quien llora dentro de
mí es cualquiera, |
|
|
|
y es tan sólo en los otros
donde vivo de veras. |
|
|
|
Mis cantos son los cantos rodados
que una mansa |
|
|
|
corriente milenaria suaviza y
uniforma, |
|
|
|
y el murmullo del agua los va
deletreando. |
|
|
|
|
¡Oh jóvenes poetas!,
mirad, estoy llamando, |
|
|
|
hundido en ese fondo que aún
no ha sido expresado |
|
|
|
de los muertos y el muerto que yo
sumo al fracaso. |
|
|
|
Decid lo que no supe, lo que nadie
aún ha dicho. |
|
|
|
Yo cumplí lo que pude, pero
todo fue en vano, |
|
|
|
y hoy me siento cansado
—perdonadme—, cansado. |
|
|
|
|
No me hagáis preguntas.
Cantad cara al mañana |
|
|
|
lo común de la sangre, lo
perpetuo y corriente. |
|
|
|
No, al solo yo atenidos,
penséis que vuestra muerte |
|
|
|
es la muerte sin vuelta y el fin de
vuestro anhelo. |
|
|
|
Mientras haya en la tierra un solo
hombre que cante, |
|
|
|
quedará una esperanza para
todos nosotros. |
|
|
|
 España extraña
|
|
 Esta fuerza extraña, |
|
|
|
viva, enmarañada, |
|
|
|
esta entraña a gritos que
llamamos España |
|
|
|
está en mí, no la
pienso, |
|
|
|
no puedo pensarla según la
teoría con que quieren castrarla |
|
|
|
los que en nombre de un pasado
dicen: gloria, punto y raya. |
|
|
|
|
Esta fuerza real que llamamos
España, |
|
|
|
rabiosa, suficiente, |
|
|
|
no es
gótico-galaico-leonesa-romana, |
|
|
|
ni es árabe, ni griega, ni
austriaco-castellana. |
|
|
|
Es ibera, terrible, sagradamente
arcaica, |
|
|
|
mi materia y mi magia. |
|
|
|
|
Yo no puedo pensarla. |
|
|
|
Yo no puedo decir mi España
es buena o mala, |
|
|
|
si es triste o violenta, si es
hermosa o si mata. |
|
|
|
Yo no puedo juzgarla |
|
|
|
porque yo soy en ella y ella en
mí, transcendiendo, |
|
|
|
y así a fondo me sumo
fieramente existiendo. |
|
|
|
|
Porque soy, porque soy |
|
|
|
tierra roja y cargada sustancia
milenaria, |
|
|
|
dulce aceite espesado, |
|
|
|
seco esparto, sal pura, ríos
con larga historia, |
|
|
|
cuerpo ibero con venas de metales
hirientes, |
|
|
|
que fulgen golpeando, |
|
|
|
|
montañas decididas |
|
|
|
en lo llano absoluto de un planeta
pensante, |
|
|
|
gritos por fin absueltos, |
|
|
|
cara a un cielo que todo lo refleja
sin mancha, |
|
|
|
voluntades paradas, |
|
|
|
gestas que, no la tinta, la
geología exalta, |
|
|
|
|
costas rotas que muerden con amor
violento, |
|
|
|
muriendo de su muerte, los mares
más lejanos, |
|
|
|
terrones trabajados |
|
|
|
por muertos anteriores a la
historia contada, |
|
|
|
hazañas de una
entraña que aún no agotó sus formas, |
|
|
|
nutre mi carne de patria. |
|
|
|
|
¡Que no vengan a decirme que
es un problema mi España! |
|
|
|
|
Yo la tengo sin pensarla |
|
|
|
y, adorando o maldiciendo, soy
desde dentro un «¿qué pasa?». |
|
|
|
Y este físico misterio |
|
|
|
como un cuerpo de amor, me tiene
tanto |
|
|
|
que yo mismo no distingo si es que
lo adoro o lo ataco. |
|
|
|
|
Fiera amante, madre amarga, |
|
|
|
te maldigo, me deshago, te violo,
canto claro, |
|
|
|
y esta rabia que te grito |
|
|
|
es la rabia con que trato de dar a
luz lo más mío, |
|
|
|
y es mi manera de amarte, |
|
|
|
y es mi manera de hablarme sin
perdonarme a mí mismo. |
|
|
|
|
España ciega, mi
España |
|
|
|
seca, hermosa, exasperante, |
|
|
|
ancha España que en vano
cabalgo, nunca abarco, |
|
|
|
España que en mí
lates |
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y más y más te
afirmas cuanto más te combato, |
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y eres yo sin ser mía, no
consciente, de carne. |
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Como me tienes, te tengo, |
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como te tengo, me tienes, y poco
importa qué pienso, |
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pues en ti vivo y respiro. |
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Tú eres mi aire y mi tierra,
tú, mi cuerpo y mi elemento, |
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y maldecirte, maldigo |
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de mí mismo porque pienso
que aún no cumplí lo que debo. |
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 La
poesía es un arma cargada de futuro
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 Cuando ya nada se espera
personalmente exaltante, |
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mas se palpita y se sigue
más acá de la conciencia, |
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fieramente existiendo, ciegamente
afirmando, |
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como un pulso que golpea las
tinieblas, |
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cuando se miran de frente |
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los vertiginosos ojos claros de la
muerte, |
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se dicen las verdades: |
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las bárbaras, terribles,
amorosas crueldades. |
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Se dicen los poemas |
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que ensanchan los pulmones de
cuantos, asfixiados, |
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piden ser, piden ritmo, |
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piden ley para aquello que sienten
excesivo. |
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Con la velocidad del instinto, |
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con el rayo del prodigio, |
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como mágica evidencia, lo
real se nos convierte |
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en lo idéntico a sí
mismo. |
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Poesía para el pobre,
poesía necesaria |
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como el pan de cada
día, |
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como el aire que exigimos trece
veces por minuto, |
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para ser y en tanto somos dar un
sí que glorifica. |
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Porque vivimos a golpes, porque
apenas si nos dejan |
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decir que somos quien somos, |
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nuestros cantares no pueden ser sin
pecado un adorno. |
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Estamos tocando el fondo. |
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Maldigo la poesía concebida
como un lujo |
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cultural por los neutrales |
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que, lavándose las manos, se
desentienden y evaden. |
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Maldigo la poesía de quien
no toma partido hasta mancharse. |
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Hago mías las faltas. Siento
en mí a cuantos sufren |
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y canto respirando. |
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Canto, y canto, y cantando
más allá de mis penas |
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personales, me ensancho. |
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Quisiera daros vida, provocar
nuevos actos, |
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y calculo por eso con
técnica qué puedo. |
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Me siento un ingeniero del verso y
un obrero |
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que trabaja con otros a
España en sus aceros. |
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Tal es mi poesía:
poesía-herramienta |
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a la vez que latido de lo
unánime y ciego. |
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Tal es, arma cargada de futuro
expansivo |
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con que te apunto al pecho. |
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No es una poesía gota a gota
pensada. |
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No es un bello producto. No es un
fruto perfecto. |
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Es algo como el aire que todos
respiramos |
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y es el canto que espacia cuanto
dentro llevamos. |
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Son palabras que todos repetimos
sintiendo |
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como nuestras, y vuelan. Son
más que lo mentado. |
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Son lo más necesario: lo que
no tiene nombre. |
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Son gritos en el cielo; y en la
tierra, son actos. |
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 A
Sancho Panza
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 Sancho-bueno, Sancho-arcilla,
Sancho-pueblo, |
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tu lealtad se supone, |
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tu aguante parece
fácil, |
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tu valor tan obligado como en la
Mancha lo eterno. |
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Sancho-vulgar, Sancho-hermano, |
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Sancho, raigón de mi patria
que aún con dolores perduras, |
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y, entre cínico y sagrado,
pones tu pecho a los hechos, |
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buena cara a malos tiempos. |
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Sancho que damos por nada, |
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mas presupones milenios de humildad
bien aceptada, |
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no eres historia, te tengo |
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como se tiene la tierra, patria y
matria, macerada. |
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Sancho-vulgo, Sancho-nadie,
Sancho-santo, |
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Sancho de pan y cebolla |
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trabajado por los siglos de los
siglos, cotidiano, |
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vivo y muerto, soterrado. |
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Se sabe sin apreciarlo que eres
quien es, siempre el mismo, |
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Sancho-pueblo, Sancho-ibero, |
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Sancho entero y verdadero, |
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Sancho de España es
más ancha que sus mil años y un cuento. |
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Vivimos como vivimos porque tenemos
aún tripas, |
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Sancho Panza, Sancho terco. |
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Vivimos de tus trabajos, de tus
hambres y sudores, |
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de la constancia del pueblo, de los
humildes motores. |
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Sancho de tú te la
llevas, |
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mansa sustancia sin mancha, |
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Sancho-Charlot que edificas como un
Dios a bofetadas, |
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Sancho que todo lo aguantas. |
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Sancho con santa paciencia, |
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|
Sancho con buenas alforjas, |
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que en el último momento nos
das, y es un sacramento, |
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el pan, el vino y el queso. |
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Pueblo callado, soporte |
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de los fuegos de artificio que con
soberbia explotamos, |
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Sancho-santo, Sancho-tierra,
Sancho-ibero, |
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Sancho-Rucio y Rucio-Sancho que has
cargado con los fardos. |
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|
Hoy como ayer, con alarde, |
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los señoritos Quijano siguen
viviendo del cuento, |
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y tú, Sancho, les toleras y
hasta les sigues el sueño |
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|
por instinto, por respeto, porque
creer siempre es bueno. |
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Cabalgando en tus espaldas se las
dan de caballeros |
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y tú, pueblo, les aguantas,
y levantas —tentetieso— |
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lo que puede levantarse. Y aun
sabiendo lo que sabes |
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|
nunca niegas tus servicios:
¡santo y bueno! |
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Sancho-Quijote y a un tiempo Sancho
de basta de cuentos, |
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|
Sancho-amén de tiempo al
tiempo, |
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|
Sancho que aun hecho y derecho, ya
de vuelta del Imperio, |
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|
al señorito Quijano le
tratas de caballero. |
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|
Sancho-claro, Sancho-recio, |
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|
Sancho que viste las cosas como son
y te callaste, |
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|
|
metiendo el hombro, tratando |
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|
de salvarnos del derrumbe con tu no
lírico esfuerzo. |
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Hombre a secas, Sancho-patria,
pueblo-pueblo, |
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|
pura verdad, fiel contraste |
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de los locos que te explotan para
vivir del recuerdo, |
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|
¡ya ha llegado tu
momento! |
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|
Sancho-vulgo, Sancho-ibero, |
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|
porque tú existes, existen
aún mi patria y mi esperanza. |
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|
Porque hay patria y esperanza vas a
existir tú de veras |
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|
con menos sueño y más
tierra. |
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|
Tu libertad es instinto. Tus
verdades son sencillas: |
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|
al pan, pan, y al vino, vino, |
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|
y a cada cual lo debido: |
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|
lo que le cumple por hombre con un
único camino. |
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|
Sancho-firme, Sancho-obrero, |
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|
ajustador, carpintero, labrador,
electricista, |
|
|
|
Sancho sin nombre y con manos de
constructor y un oficio, |
|
|
|
viejo y nuevo, vida al
día. |
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|
Quiero darte la confianza que
pretendieron robarte. |
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|
|
Quiero decirte quién
eres. |
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|
Quiero mostrarte a ti mismo tal
como tú fuiste siempre, |
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|
|
Sancho-humilde, Sancho-fuerte. |
|
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|
En ti pongo mi esperanza |
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|
porque no fueron los hombres que se
nombran los que hicieron |
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|
más acá de toda
historia —polvo y paja— nuestra patria, |
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|
|
sino tú como si nada. |
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|
Sancho-tierra, Sancho-santo,
Sancho-pueblo, |
|
|
|
tomo tu pulso constante, |
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|
miro tus ojos que brillan
aún después de los desastres. |
|
|
|
Tú eres quien es.
¡Adelante! |
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 Momentos felices
|
|
 Cuando llueve, y reviso mis papeles,
y acabo |
|
|
|
tirando todo al fuego: poemas
incompletos, |
|
|
|
pagarés no pagados, cartas
de amigos muertos, |
|
|
|
fotografías, besos guardados
en un libro, |
|
|
|
renuncio al peso muerto de mi terco
pasado, |
|
|
|
soy fúlgido, engrandezco
justo en cuanto me niego, |
|
|
|
y así atizo las llamas, y
salto la fogata, |
|
|
|
y apenas si comprendo lo que al
hacerlo siento, |
|
|
|
¿no es la felicidad lo que
me exalta? |
|
|
|
|
Cuando salgo a la calle silbando
alegremente |
|
|
|
—el pitillo en los labios, el
alma disponible— |
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|
y les hablo a los niños o me
voy con las nubes, |
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|
|
mayo apunta y la brisa lo va todo
ensanchando, |
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|
las muchachas estrenan sus escotes,
sus brazos |
|
|
|
desnudos y morenos, sus ojos
asombrados, |
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|
|
y ríen ni ellas saben por
qué sobreabundando, |
|
|
|
salpican de alegría que
así tiembla reciente, |
|
|
|
¿no es la felicidad lo que
se siente? |
|
|
|
|
Cuando llega un amigo, la casa
está vacía, |
|
|
|
pero mi amada saca jamón,
anchoas, queso, |
|
|
|
aceitunas, percebes, dos botellas
de blanco, |
|
|
|
y yo asisto al milagro
—sé que todo es fiado—, |
|
|
|
y no quiero pensar si podremos
pagarlo; |
|
|
|
y cuando sin medida bebemos y
charlamos, |
|
|
|
y el amigo es dichoso, cree que
somos dichosos, |
|
|
|
y lo somos quizá burlando
así a la muerte, |
|
|
|
¿no es la felicidad lo que
trasciende? |
|
|
|
|
Cuando me he despertado, permanezco
tendido |
|
|
|
con el balcón abierto. Y
amanece: las aves |
|
|
|
trinan su algarabía pagana
lindamente; |
|
|
|
y debo levantarme, pero no me
levanto; |
|
|
|
y veo, boca arriba, reflejada en el
techo |
|
|
|
la ondulación del mar y el
iris de su nácar, |
|
|
|
y sigo allí tendido, y nada
importa nada; |
|
|
|
¿no aniquilo así el
tiempo? ¿No me salvo del miedo? |
|
|
|
¿No es la felicidad lo que
amanece? |
|
|
|
|
Cuando voy al mercado, miro los
abridores |
|
|
|
y, apretando los dientes, las
redondas cerezas, |
|
|
|
los higos rezumantes, las ciruelas
caídas |
|
|
|
del árbol de la vida, con
pecado sin duda |
|
|
|
pues que tanto me tientan. Y
pregunto su precio, |
|
|
|
regateo, consigo por fin una
rebaja, |
|
|
|
mas terminado el juego, pago el
doble y es poco, |
|
|
|
y abre la vendedora sus ojos
asombrados, |
|
|
|
¿no es la felicidad lo que
allí brota? |
|
|
|
|
Cuando puedo decir: el día
ha terminado. |
|
|
|
Y con el día digo su
trajín, su comercio, |
|
|
|
la busca del dinero, la lucha de
los muertos. |
|
|
|
Y cuando así cansado,
manchado, llego a casa, |
|
|
|
me siento en la penumbra y enchufo
el tocadiscos, |
|
|
|
y acuden Kachaturian, o Mozart, o
Vivaldi, |
|
|
|
y la música reina, vuelvo a
sentirme limpio, |
|
|
|
sencillamente limpio y, pese a
todo, indemne, |
|
|
|
¿no es la felicidad lo que
me envuelve? |
|
|
|
|
Cuando tras dar mil vueltas a mis
preocupaciones, |
|
|
|
me acuerdo de un amigo, voy a
verle, me dice: |
|
|
|
«Estaba justamente pensando
en ir a verte». |
|
|
|
Y hablamos largamente, no de mis
sinsabores, |
|
|
|
pues él, aunque quisiera, no
podría ayudarme, |
|
|
|
sino de cómo van las cosas
en Jordania, |
|
|
|
de un libro de Neruda, de su
sastre, del viento, |
|
|
|
y al marcharme me siento consolado
y tranquilo, |
|
|
|
¿no es la felicidad lo que
me vence? |
|
|
|
|
Abrir nuestras ventanas; sentir el
aire nuevo; |
|
|
|
pasar por un camino que huele a
madreselvas; |
|
|
|
beber con un amigo; charlar o bien
callarse; |
|
|
|
sentir que el sentimiento de los
otros es nuestro; |
|
|
|
mirarse en unos ojos que nos miran
sin mancha, |
|
|
|
¿no es esto ser feliz pese a
la muerte? |
|
|
|
Vencido y traicionado, ver casi con
cinismo |
|
|
|
que no pueden quitarme nada
más y que aún vivo, |
|
|
|
¿no es la felicidad que no
se vende? |
|
|
|
 Cantata en Aleixandre
|
[Fragmento]
|
LAS MADRES PRIMERAS
|
|
 En la unidad del mundo y en la
matriz del caos |
|
|
|
recoges un latido y el brote en ti
se expande. |
|
|
|
Eres tú, pero apenas
conformado, tan cerca |
|
|
|
de la tierra nutricia, del fuego
intermitente, |
|
|
|
de la materia arcaica y el ritmo
del aliento |
|
|
|
del sofoco, del mundo de colores
variables, |
|
|
|
del mar y cuanto bate golpeando las
puertas, |
|
|
|
que hablamos por tu boca, vivimos
de matarte. |
|
|
|
No eres tú quien te dices.
Somos sólo nosotras. |
|
|
|
Un murmullo en tus dentros, tus
labios como un ave, |
|
|
|
unas hojas temblando que se juntan
y apartan, |
|
|
|
¿no dicen ya
bastante?¿Qué más puede nombrarse? |
|
|
|
Una historia olvidada como un
horror sagrado, |
|
|
|
el fulgor de unos ojos enterrados e
insomnes, |
|
|
|
el corazón nocturno que
irradia su luz negra, |
|
|
|
cuanto eres sin saberlo, cuanto en
nosotros duerme |
|
|
|
temblando con las ramas que alteran
luz y sombra, |
|
|
|
te arrastra hacia el origen.
Sólo se vive a ciegas. |
|
|
|
Bajo el nivel del mar anterior a
los cantos |
|
|
|
que ondulan indecisos, se asoman y
sumergen, |
|
|
|
apunta en ti el secreto de los
nombres cambiantes, |
|
|
|
la luz parpadeante de las
metamorfosis, |
|
|
|
la sombra en tus dos manos
después de la caricia. |
|
|
|
¡Si de verdad pudieras
nombrar lo que anhelamos! |
|
|
|
¡Si de verdad pudieras saltar
fuera y mostrarte! |
|
|
|
Mas sigues en el plasma con espesa
indolencia, |
|
|
|
te mueves sin moverte, repites
inmanente, |
|
|
|
vas y vuelves, no encuentras un
término plausible, |
|
|
|
sólo como nosotras
oceánicas palabras, |
|
|
|
rostros ambivalentes, la crueldad,
la delicia, |
|
|
|
las tenues variaciones de la luz en
las plumas. |
|
|
|
EL POETA
|
|
Echado aquí por tierra, lo
mismo que ese silencio |
|
|
|
que nadie está notando, yo
espío la palabra que circula, |
|
|
|
la que yo sé que un
día tomará la forma de mi corazón. |
|
|
|
La que precisamente todo ignora que
florecerá en mi pecho. |
|
|
|
LAS MADRES PRIMERAS
|
|
El corazón no tiene ni forma
ni sonido |
|
|
|
y las palabras chocan. Son de metal
y matan. |
|
|
|
Chocarás si pretendes hablar
desnudamente. |
|
|
|
Te extrañarán si
tratas de enunciar lo impensable. |
|
|
|
Las sílabas encuadran
duramente un gemido. |
|
|
|
Se nombra la apariencia, se calla
lo arrastrado |
|
|
|
y el sentido dispara contra
sí mismo un tiro. |
|
|
|
Nacerás, si es que naces,
entre esquinas hirientes, |
|
|
|
torrentes de basura, sentimientos
baratos, |
|
|
|
dentaduras postizas, ideas
respetables, |
|
|
|
risas de vidrio roto,
teléfonos y espinas, |
|
|
|
asperón, estropajo, naipes,
pelos, cacharros, |
|
|
|
todo en trozos, chocante,
minúsculo y terrible, |
|
|
|
revuelto en la ignominia sustancial
de los hombres. |
|
|
|
Porque las formas duelen, las
palabras no sirven |
|
|
|
y los despojos flotan en un vals,
en tu Vals, |
|
|
|
y en ese balbuceo de un mar que
nació viejo. |
|
|
|
Mira el harapo humano, las
mecánicas cifras, |
|
|
|
los maniquís sentados en las
sillas cuadradas, |
|
|
|
los timbres estridentes, los
anuncios, la prisa, |
|
|
|
las máscaras del miedo y el
estupor parado, |
|
|
|
los cuadrúpedos muebles con
arterioesclerosis, |
|
|
|
su esqueleto a la vista, sus patas
sin rodilla, |
|
|
|
los espejos estancos en la casa del
crimen, |
|
|
|
los agrios dientecillos de la luz
corrosiva, |
|
|
|
y el tambor de la muerte, y el
silencio expansivo |
|
|
|
en el que las palabras pierden todo
sentido. |
|
|
|
¿Para qué abrirte al
mundo? ¿Para qué nuevamente |
|
|
|
intentar la aventura? Duerme en mi
noche, duerme. |
|
|
|
El agua es transparente. Puedes ver
la esperanza |
|
|
|
en el fondo sin fondo. Mas no
alcanzarla. Duerme. |
|
|
|
Soy tu fin y tu origen.
¿Qué buscas fuera? ¡Duerme! |
|
|
|
EL POETA
|
|
De nada servirá ignorar la
hora que es, no tener noción |
|
|
|
de la lucha cruel, de la aurora que
me está naciendo |
|
|
|
entre mi sangre. Acabaré
pronunciando unas palabras |
|
|
|
relucientes. Acabaré
destellando entre los dientes tu |
|
|
|
muerte prometida, tu
marmórea memoria, tu torso derribado, |
|
|
|
mientras me elevo con mi
sueño hasta el amanecer radiante, |
|
|
|
hasta la certidumbre germinante que
me cosquillea en los ojos, |
|
|
|
entre los párpados,
prometiéndoos |
|
|
|
a todos un mundo iluminado en
cuanto yo me despierte. |
|
|
|
LOS OTROS
|
|
Pasamos a tu lado, tropezando |
|
|
|
los unos con los otros,
confundidos, |
|
|
|
iguales y distintos,
consecuentes, |
|
|
|
numerando el destino. Mas
tú, al margen, |
|
|
|
hablas como entre sueños,
nos ignoras. |
|
|
|
Ignoras el trabajo, la luz
dura, |
|
|
|
los hechos cotidianos, el
esfuerzo |
|
|
|
del hombre prometeico hecho y
derecho |
|
|
|
que edifica su mundo en el
vacío. |
|
|
|
No vienes a nosotros, no nos
cantas |
|
|
|
el canto de la paz y del
martillo. |
|
|
|
Eres un niño grande, y
aún sumido |
|
|
|
en la noche de origen, no haces
tuyos |
|
|
|
los días y trabajos de los
hombres |
|
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maduros, rodeados de peligros |
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y monstruos y delicias sin
contorno. |
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¡Oh fuerza solitaria, luz
redonda, |
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que abres como un abismo tu
asechanza! |
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Tus pequeños leopardos,
escondidos |
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en la selva verbal y
lujuriosa, |
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disparan de repente el tenso
salto |
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y atrapan la metáfora y el
rayo |
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de la luz sorprendida, como
presa. |
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Destruyendo el lenguaje, tú
destruyes |
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la lógica, el confort, la
teología, |
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los pensamientos hechos, la
cultura, |
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el orden, la familia, la
sintaxis |
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de la Bolsa y la patria, el
mecanismo |
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cristiano-occidental, nuestras
razones. |
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En nombre de la vida
—¿de qué vida?— |
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propones tus sistemas
solitarios. |
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Mas nosotros seguimos,
renunciando |
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a las mil y una noches de tus
fastos. |
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EL POETA
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¡Si vierais que este clamor
confuso no es mío! Todo |
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por culpa de un cabello rubio, de
una piedra imantada |
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que tengo encerrada en esta mano.
Acariciar el níquel, |
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acariciar la sombra, el brillo o la
ignominia, la preciosa |
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ceguedad de no preguntar por el
camino, acariciar |
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al cabo la respuesta, |
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justamente cuando acaba de ser
pronunciada, |
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cuando aún lleva la forma de
los dientes... |
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Por eso, no quiero vestirme. |
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LOS OTROS
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¡Bajos fondos,
extáticos terrores |
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frente a la luz de un ojo sin
mirada, |
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y en el cuerpo cerrado, unos
ramajes |
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que hablan, ya sin palabras, de un
pasado! |
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¡Los flujos abisales, la
espesura |
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cargada de materias de
desecho, |
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el blando chapoteo en la
caverna |
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marina de la madre, el
murmurante |
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discurrir del deseo, mientras
fuera |
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las olas golpeaban el
vacío |
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y el azul aceraba su uña
seca! |
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¡El refugio de muerte o
nacimiento! |
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Nosotros, pobres hombres,
desprendidos |
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del seno original, lo
recordamos, |
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andando entre codazos por las
calles, |
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contando con sarcasmo unas
monedas, |
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mordiendo el polvo, dando de
cabeza |
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con las paredes ciertas e
impensables, |
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espantando la muerte con
canciones |
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de moda como escobas, y el
destino |
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con bonitas ideas que dejamos |
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volar alegremente,
distraídos. |
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Recordamos, es cierto. Muchas
veces |
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añoramos volver a lo que
fuimos. |
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Mas somos lo que somos,
decididos |
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de una vez para siempre, sin
perdones. |
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No hables desde el abismo si es que
buscas |
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al hombre en mí posible
todavía. |
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 A
Leopoldo de Luis
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después de leer «Teatro
Real»
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 Nada es mentira. Todo es
verdad. |
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Nadie personaje; todos
«personángel» |
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modelan su rostro dudoso en el
hueco |
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de esa fiel careta que al fin nos
hará |
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cuanto proyectamos, cuanto
pretendimos |
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pese al yo inmanente, sólo
natural. |
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¿Teatro dices? No hay
tal. |
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¿Me quito la mascarita?
¿Quieres saber mi verdad? |
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Tengo un yo que es una trampa. Te
apuesto a sinceridad. |
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Doblo a muerto. Cambio vivo. Pongo
la cara. Quito el disfraz. |
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¿Qué descubres? Otra
burla. |
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La del cinismo total. |
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Levantemos contra el caos del
abismo original |
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las hábiles construcciones,
los sistemas habitables, |
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lo soñado, ya real, |
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y junto con lo logrado lo que
aún sólo es un cantar. |
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Constatemos la evidencia de |
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que el hombre cambia el mundo |
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y alcemos contra lo inerte su
indómita dignidad. |
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Realidad del teatro, alta y pura
realidad |
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del hombre que con su historia se
está inventando a sí mismo |
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y haciéndose de verdad. |
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Nunca en vano repitiendo lo que
damos por sabido, |
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siempre en vivo yendo a
más. |
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Ya no somos lo que fuimos, ni este
que es hoy durará. |
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Yo que he sido un amphioxus, un
batracio, un reptil, |
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y antes de mi conciencia ya a
ciegas me ensoñaba |
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hombre como ahora soy y hombre que
representa |
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desde hace unos milenios una nueva
comedia, |
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sé que puedo seguir
cambiando, interminable, |
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dejar de ser un hombre, y
aún durar, proyectante. |
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Diciendo, nos hacemos; mintiendo lo
que somos |
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no mentimos del todo; vemos venir
el cambio. |
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Repetimos, es cierto. Desde hace
diez mil años |
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estamos repitiendo por arriba; y
debajo |
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provocando trastornos que si
aún no registramos |
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es porque la conciencia personal ya
no sirve. |
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Esa vieja comedia que estamos
rediciendo, |
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la ecuación
vida-sueño, y el «somos o no somos», |
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los absurdos problemas de estos
últimos siglos |
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que, pese al desengaño,
siguen en lo que digo, |
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¿en qué quedan si
piensas que no eres sólo un yo? |
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Reptil, mentiste el que eres.
Miente más. Es posible. |
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¿Soy sólo un
comediante? ¿Me estoy representando |
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cuando digo que soy quien no
sé, mas será? |
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¿Miento, mento,
desvarío? ¿No anuncio quizá?
¿Quién soy? |
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¿No provoco el futuro?
¿No forjo lo real? |
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Esta doblez, ¿no es mi
entraña? ¿Será sólo falsedad? |
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¿Y si el teatro fuera
sólo un modo de crear? |
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Leopoldo, no me gusta llorar lo
consabido. |
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Yo creo en el milagro natural de
los cambios |
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y en el hombre nacido hace
sólo cien siglos. |
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Creo en la libertad, y en el amor,
y en todos |
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los excesos que provocan el
milagro, |
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y quisiera que, por tristes, tus
poemas fueran malos. |
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 A
un viejo marino vasco
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 La mar está en tus ojos. |
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¡La mar! |
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Allí, quieta, pensando sin
pensar, |
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en tus pupilas quietas de claridad
total, |
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azules, tan azules, |
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o grises, o perdidas, o
¿qué fue lo de allá?, |
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mientras tú ni me adviertes,
te apoyas en la borda, |
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no puedes recordar porque todo da
igual, |
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ni aun dándote a lo
vasto, |
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ves cómo las gaviotas
trastornan lo neutral, |
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y así, con vuelo raso,
firman su libertad. |
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Estás tranquilo.
Estás |
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y casi me da miedo tu fiel
tranquilidad. |
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Es como si ya vuelto de mundos
inhumanos |
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|
no pudieras hablar, |
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ni gritar tan siquiera, ni tan
—¡arrayuá!— |
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reventar por lo sano y a tu modo
explicar. |
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Estás. |
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Tantas distancias, tantos rumbos de
más llorar |
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hay dentro de esos ojos sin mirada
por claros. |
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¡Oh mortal igualdad! |
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Tu corazón sufrido
sólo sabe callar. |
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Imantado, en el hecho de lo exacto
estelar, |
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metido sin remedio |
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en esta aventura sin posible
final, |
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alguien se fue a navegar. |
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Se iba... ¿Adónde?
¡Qué más da! |
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Hacer esas preguntas no es cosa de
hombre vasco. |
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Iba expuesto. ¡Y a
luchar! |
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Iba. Se fue. Pero un día
volvió a su puerto, a su tasca, |
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se sentó entre sus
amigos |
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y pidió un vaso de
vino. |
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Y nadie hizo preguntas.
¡Estaban en lo mismo! |
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¡Pensar que en
Terranova, |
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Barachoa, Operportu y Aguchar
señalaron |
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con ley de nombres vascos,
surgideros seguros! |
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Echeandía no piensa.
Echeandía ahí está. |
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La mar lame lentamente las heridas
del momento |
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y la apertura terrible del grito
provisional, |
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pasa, acalla, sana y sigue siempre
radiante y total, |
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igual, única, perpetua y
absurda en la inmensidad. |
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Son los ojos de Echeandía y
es la mar. |
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Son sus ojos absolutos. |
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Y eso es ya más que
pensar. |
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¡Si nos contaran toda la
aventura del vasco, |
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cuando allá en la
Invencible, cuando después negrero, |
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o cuando hacia Manila, o bien de
ballenero! |
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Echeandía no cuenta nada,
tan sólo está, |
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y en sus ojos parados, |
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y en su silencio largo, tristemente
neutral, |
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sólo hay fidelidad, |
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quizá indiferencia, no
sé, no sé pensar. |
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Quisiera como vasco, cara a la
inmensidad, |
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|
navegar el silencio, descubrir algo
más, |
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pues aunque nada espero, todo es
como esperar. |
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Y así en mis ojos claros el
mar llama a la mar. |
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