241
BATLLORI MUNÉ, M. «Presencia de España en la Europa del siglo XVIII». La época de la Ilustración, El Estado y la Cultura. Historia de España, XXXI, I, p. XXXVII.
242
Ibid. La cultura hispano-italiana de los jesuitas expulsos, españoles, hispanoamericanos y filipinos (1764-1814). Madrid. 1966. SOMMERVOGEL, C. et al. Bibliothèque de la Compagnie de Jèsus. 12 vols. Bruxeles, Paris, Tolouse, 1890-1930.
243
PALAU Y DULCET, A. Manual del librero hispanoamericano. Barcelona, 1972, XIII, p. 297.
244
GIMÉNEZ LÓPEZ, E. «El Ejército y la Marina en la expulsión de los jesuitas de España». Hispania Sacra (1993), XLV, nº92, pp. 577-630. «El viaje de los jesuitas españoles expulsos», Quaderni di filologia e lingue romanza (1992), nº7, pp. 41-58.
245
Cornejo-Floridablanca. Génova, 9-9-1782. Remite el tratado compuesto por el presbítero ex jesuita F. Pla: «Dominio del Mar o disertación sobre el derecho de la Navegación», solicitando permiso para imprimirlo a su costa. Apud. «Índice de los papeles pertenecientes a la Secretaría de Estado que existían en el Gabinete y Librería del Sr. Conde de Floridablanca...». A. H. N. Estado, libro 735.
246
F. Pla-Floridablanca, Génova. 20 de noviembre de 1783. A. G. S. Estado, leg. 5.665.
247
Francisco Pla-Floridablanca, Génova, 5 de septiembre de 1783. A. G. S. Estado, leg. 5.665.
248
A. H. N. Estado, libro. 735.
249
Juan CORNEJO fue cónsul en Génova hasta el año 1766 (Apud. PINEDO, I. Manuel de Roda (su pensamiento regalista). Zaragoza, 1983, p. 76) y Ministro desde 1766-1789. Sucedió en la representación diplomática española a Félix Cornejo, quien había ejercido de Agente de Preces en Roma (1720-1727) y como Enviado extraordinario en Génova desde 1737. Apud. Gaceta de Madrid. (26/3/1737, Génova, 8-3-1737:«Don Félix Cornejo, Embiado Extraordinario de España en esta República, hizo los días passados su Entrada pública en la forma acostumbrada, con lucido acompañamiento de la Nobleza, y de todos los Cónsules de las Naciones Extrageras».
250
Del carácter apacible, más bien flemático, de Don Juan, puede servir de muestra una de sus cartas, fechada el 29 de septiembre de 1783, en la que, al tiempo que se congratulaba por la feliz salud de la familia real, y en especial por la robustez de los infantes gemelos, aprovechaba para mostrar su preocupación por el peligro que podía acarrear someter a tan tiernos personajillos a las insanas «mudanzas de aires» a que obligaban las «jornadas de la Corte» -los viajes estacionales de Carlos III a los reales sitios de San Ildefonso, San Lorenzo del Escorial y Madrid- «...porque de quanto por curiosidad en punto de conservación he procurado estudiar, y cuidadosamente inquirir, he venido a comprehender, que además de las contingencias en el viagear, las quales no se pueden preveher, el sólo movimiento, como también el ayre vivo son dos cosas ambas nocivas a los individuos del género humano, cuyas fibras, o por niñez, o por vejez, están constituidas en una cierta delicadez susceptible de substanciales inconvenientes, y los poros, en la de impresiones febriles, de lo que tengo muchas experiencias a fuerzas de repetidas observaciones». D. Juan Cornejo-Floridablanca, Génova, 29 de septiembre de 1783. A. G. S. Estado, leg. 5.665.