Una sola
edición de
Don Quixote no puede satisfacer las
diversas necesidades de los lectores norteamericanos del libro inmortal. Se
distinguen tres clases de lectores, y se señalan las
características de las respectivas ediciones apropiadas para cada una de
ellas. Se destaca la importancia del juicio del editor al enmendar como
elemento clave para la calidad de la edición, frente a lo que parece ser
una sobrevalorización de la interferencia compositorial en cuanto factor
decisivo para futuros criterios editoriales. Los compositores de Juan de la
Cuesta no merecen el desprecio que últimamente han recibido. Cuesta
mismo es el autor de una obra sobre la enseñanza de la
ortografía.
Al
considerar las obras de Cervantes a la luz de la presencia y
caracterización de la mujer, se nota un creciente interés en
ellas que llega a producir cambios esenciales en la manera cervantina de
estructurar la narrativa. Mirando las novelas principales desde la perspectiva
del
Persiles se ve un cambio tanto de
topografía y de acción como de organización estructural
que está intimamente relacionado con el papel que en ellas
desempeña la mujer. Las últimas obras de Cervantes introducen no
sólo una crítica de las reinantes estructuras sociales y
literarias, sino una visión de la armonía y paz que permanecen
debajo de esas estructuras, y que se descubren sólo tras una nueva
valorización de la mujer.
Las bodas de
Camacho (Don Quijote II, 19-21) no ofrecen una defensa
inequívoca del matrimonio por amor, ni es el amor la preocupación
exclusiva del episodio. Aunque el éxito de Basilio pareciera afiliar la
pasión can el arte («industria»), desde una perspectiva
cristiana el comportamiento del joven es menos que ejemplar. Por otra parte,
las riquezas de Camacho, lejos de corromperle, se ponen al servicio de un amor
menos egocéntrico, asociado con el orden, la imparcialidad y la
liberalidad. El que la rivalidad entre Basilio el artista y Camacho,
patrocinador de las artes, nos sea presentada por una diversidad de narradores
complica aun más el asunto, hasta plantear el problema más
profundo de la moralidad del quehacer novelístico.