—361→
Al asistir al acto realizado en San Salvador de Jujuy como homenaje al académico de número D. Jorge Calvetti con motivo del traslado de sus restos, me sentí impulsado a improvisar algunas palabras. Lo hice ante el reclamo de comunes amigos presentes en el Teatro Mitre de esa ciudad, asumiendo asimismo mi condición de académico correspondiente de la misma Corporación.
Por ello, al no estar prevista mi intervención, no se fundó ésta en ningún texto escrito anticipadamente, por lo que no puedo reproducirlo conforme se me solicita para su registro en esa Academia; trato empero de resumir mis palabras conservando, de ser posible, parecida intención.
Recordé, en primer término, mi fraternal amistad con Calvetti; nuestro encuentro en largas tenidas porteñas o en más breves interludios en viajes por nuestras provincias; reuniones entre poemas y cambios de opiniones que, como él sabía decirlo, podían durar «hasta altas copas de la noche». Después me referí sucintamente a su obra -sobre todo, a su poesía- que creo, y lo expresé de tal manera, es una de las más importantes de las letras argentinas.
Concluí con la dedicatoria de un poema que sentí, en ese instante, haberlo escrito como anticipo de mi parte por lo que siempre nos unió y aún nos une al término de nuestras repetidas jornadas. Se titula: