Primera hoja
Contenido de la obra
Contenido de la obra
Registro bibliográfico
Registro
- Título: Primera hoja
- Autor: Anónimo
- Publicación original: Bogotá: Imprenta de Medardo Rivas, 1885
- Descripción física: PDF
- Notas de reproducción original: Digitalización realizada por la Biblioteca Virtual del Banco de la República (Colombia)
-
Notas:
- Colombia
- Resumen: Sr. Dr. José Segundo Peña, Prefecto de la policía del Estado.-Presente. Con gran sorpresa he visto la publicación en que usted relata los acontecimientos ocurridos el ocho del presente mes en esta capital. Ningún móvil político me obliga á darle contestación, en esto media únicamente el interés general que hay por la aclaración de los hechos. Si usted hubiera usado la imparcialidad que este delicado asunto requiere en la relación de sus pormenores, la sociedad sensata, lejos de protestar contra ellos, porque son parciales y en gran parte inexactos, habría fallado con justicia.
- Resumen: J Sr. Dr. José Segundo Pefia, Prefecto de la policía del Estado.- Presente. Con gran sorpresa he visto la publicación en que usted relata los acontecimientos ocurridos el ocho del presente mes en esta capital. Ningún móvil político me obliga á darle contestación, en esto media únicamente el interés general que ?ay por la aclaración de los hechos. Si usted hubiera usado la imparcialidad que este delicado asunto requiere en la relación de sus pormenores, la sociedad sensata, lejos de protelStar contra ellos, porque son parciales y en gran parte inexactos, habría fallado con jllsticia. No faltarán, Sr. Peña, algullos individuos del círculo radical que aplaudan su veredicto, y esto queda confirmado por el hecho de que en la noche ele los acontecimientos la casa de Gobierno de Cundinamarca fué el teatro de reunión de muchos de ellos. No es, pnes, como usted lo afirma, que personas de diversos bandos políticos, fuera de los anteriores, se le presentaran pidiendo armas para darle apoyo á la autoridad. Ahora pregunto á usted: qué casas asaltaron y robaron los caucanos, según se colige de su publicación? i Medió de~conocimiento alguno por parte de las fuerzas del Cauca tí la ",,' - _s.~: ~ Cundinamarca representada por usted? i Averi. guó usted el origen de los hechos, como era de su deber, para dar castigo á sus inmediatos responsables? Me permito, pues, una vez que usted ha callado el verdadero origen de los sucesos sin entrar al fondo de la cuestión, relatárselos, aun cuando ~ea dp. ligero, para que las falsas aseveraciones que su publicación contiene sean rechazadas por el voto expontáneo de. la sociedad, (P1O c::; el mejor juez en estos asuntos. A una cuadra arriba del Colegio de Nuestra Señora del Rosario y doblando sob!'e la izquierda, hay establecida una taherna administrada por unas ni iZas de cOllll'ucta non sancta. Tenían como admiradores á los jóvenes Antonio Clopatofski, Enrique Valenzuela y á uno ó dos de los hijos del Sr. Pio Amaya, todos miembrO's de la Soáedad de Salud Pública que tantos males ha causado á la Patria. Dnlces frases amorosas y fazañas de cOllquistas se cOlltaLall mutuamente en aquel nido de pichonas, sin que el frío glacial que en aquella tarde hacía llegara á impresiona.rlos. El sabroso coloquio fué interrumpido por un negrito pcrteneciente ¡í uno ~ de los batallones que forman la División del Cauca, y que se presentó en aquellos momentos á comprar alguna cosa que en la. citada tienda había. Este fué objeto de insultos, burlns y chistes de mala clase proferidos por los individuos que ya uejo mencionados, que llegaron hasta, el extremo de arrancarle la divisa de color verde, distintivo de la División del Canea y colocársela tí una burra, insultando de esta manera, á los que con entero desinterés y lealtad supieron defender los sagrados intereses de la República. Esto pasaba cuando dos ó tres soldados más de la citada División, desarmados como lo estaba el primero, vinieron á impedir ó á contener el ultr:;tje inferido á uno de sus compañeros, siendo este , ~l motivo para que uno de los Srs. Amaya se fuera á .San Francisco á pedir una escolta á la autoridad, la que el Sr. Peña tuvo la debilidad de mandar, pretextando que los llegros del Cauéa tenían sitiada una casa I y que intentaban ro barIa (?). La escolta llegó pocos momentos después á la tienda, teatro de los acontecimientos. El coronel M anuel María Ayala, joven en extremo moderado y juicioso, había arrimado allí, pues ya tenía conocimiento de que los soldados de su batallón eran ultrajados con descaro por aquellos enemigos de la causa de la legitimidad, que son siempre héroes entre bastidores, pues su valor nunca llega hasta afrontar los peligros en los campos de batalla. El coronel Ayala se opuso á que sus soldados fueran llevados, en calidad de presos, por la guardia del Estado, antes que se averÍo'uara el motivo de la discordia y se conociera á los verdaderos ~'esponsables del acontecimiento; pero la escolta que no elitraba en esta clase de conjeturas, y alentada por otra parte con las voces de j mueran los cattcanos ladrones! lanzadas por los citados jóvenes, y su hijo el comandante José Vicente Peña, jefe de la escolta en esos momentos, aumentaron más los elementos de la desavenencia. . El Sr. Clopatofski, el más guapetón de la pa'rranda, viéndose va apoyado por la fuerza de San Francisco, llev6 su vaoontía hasta el extremo de disparar, á quema 1'opa un tiro de re· volver al coronel Ayala, que afortunadamente no le ofendió. La fuerza del Cn.uca que se encuentra acuartelada en el Rosario, impuesta de lo sucedido salió inmediatamente á prestar alL~ilio al coronel Ayala y fué recibida por una desc;. rga que su hijo José Vicente ordenó se hiciera por parte de la que él comandaba: fué pues . así como se principió la lucha. Ahora pregunto al Sr. Prefecto: i quiénes fueron los responsables de aquellos desgraciados acontecimielltos; i de qué parte se rompieron primero los fuegos? . Las declaraciones que se' han tom~do al Dr. Adolfo Vargas y á varios otros individuos respetables é imparciales todos eÍl el asunto y que pronto verán la luz pública serán el mejor mentís dado á sus equivocadas y juradas aseveraciones. U n juez recto habría hecho recaer todo el peso de la justicia sobre el hijo de usted, si él era el responsable: en este caso estaba usted. . El general Ulloa,acompafiado de su Jefe de Estado Mayor el coronel .Julio Rengifo,junto con el Secretario de Guerra y varios otros ciudadanos se pesentaron en el lugar de los acontecimientos y solo ellos pudieron contener la fuerza del Can ca, irr.itada en extremo por la alevosía con que fué atacada. Esta es la fiel narración de lo sucedido. No soy tampoco demasiado ciego para dech' que el Gobierno de Cundinaruarca fuera. el relSponsable de 10 acaecido, como muchos radicales lo afirman y sostienen con la espemnza de fomentar una división en nuestras filas ~ pero sí es necesario, Sr. Peña, que en estos asuntos de i-oteres general en los cuales se halla comprometida la honra del Ejército Caucano se deje á un lado toda parcialidad y se juzguen y ventilen los hechos á la luz de la justicia. Bogotá, Abril de 1885. De usted atento S. S., G. S. T. o
- Resumen: Declaraciones; Delitos contra la propiedad; Robo; Soldados; Volantes
- Dominio público
- Forma/género: unidad documental
- Idioma: español
- Institución origen: Biblioteca Virtual del Banco de la República
-
Encabezamiento de materia: