1
Por la presente quisiera hacer constar mi agradecimiento al National Endowment for the Humanities por la concesión de una beca que me permitió dedicar un verano al estudio del teatro de Buero Vallejo.
2
«Prólogo», Historia de una escalera (Barcelona: José Janés, 1960), pág. 12.
3
«Palabra final», Historia de una escalera (Barcelona: José Janés, 1950), págs. 156-57.
4
Francisco García Pavón, Teatro social en España (Madrid: Taurus, 1962), pág. 138.
5
Francisco Ruiz Ramón, Historia del teatro español. Siglo XX, 3a. ed. (Madrid: Ediciones Cátedra, 1977), pág. 343. Antes José Sánchez había dicho que la importancia interna del papel de la escalera constituía el centro del drama («Introduction», Historia de una escalera [New York: Scribner's, 1955], pág. xxiii).
6
El teatro de Buero Vallejo (Madrid: Gredos, 1973), págs. 79-80. Doménech parece hacer eco de Ángel Valbuena Prat quien, años atrás, había comentado el tema del Ubi sunt en la obra, el tiempo en general y un cierto «anhelo de algo frustrado» (Historia del teatro español [Barcelona: Editorial Noguer, 1956], pág. 659).
7
Antonio Buero Vallejo, Historia de una escalera, 4a, ed. (Madrid: Escelier, 1961), pág. 19. Las cursivas son mías.
8
El género chico (Madrid: Taurus, 1962), pág. 15.
9
Entre los tipos sainetescos, podrían incluirse el galán apuesto (Fernando), el jaranero agresivo (Urbano), la niña mimada (Elvira), el insolente chulo (Pepe), y su maja (Rosa), la tía deslenguada (Paca), el empleadillo del gobierno (el cobrador de la luz), etc. Alguno que otro crítico insiste en que la esencia de este drama no tiene nada que ver con el sainete. Pero nosotros, como ya hemos insistido, preferimos pensar que Buero, al hacer eco de los tipos sainetescos en sus personajes, logra darles una carga simbólica y afectiva que de otra forma no tendrían.
10
Melchor Fernández Almagro, «Transfiguración del sainete», ABC, 17 de octubre de 1956.