Los estudiosos están de acuerdo en que Cervantes no
tomó ningún episodio importante del
Quijote de los
novellieri italianos. Esto no se
debe a una falta de afición de Cervantes a la
Novella, sino a que utilizaba sus
fuentes de una manera muy difícil de descubrir. Mientras que la
mayoría de los escritores tomaban prestados fragmentos bastante extensos
de sus modelos, Cervantes echaba mano de porciones más pequeñas;
además, modificaba fundamentalmente el mismo núcleo del episodio
imitado. Un excelente ejemplo del procedimiento seguido por Cervantes se halla
en la aventura amorosa de don Quijote con Maritornes (I, 16), donde el escritor
adapta un cuento de Boccaccio y Bandello. En todas las tres versiones, un
caballero enamorado cree tener entre sus brazos al hermoso objeto de sus
pensamientos, pero en realidad está con una criada de ella, la cual es
horriblemente deformada -un error debido a la absoluta oscuridad del lugar.
Además de esta similitud de trama, hay paralelos en las descripciones
físicas de las tres mozas. Sin embargo, el episodio de Cervantes se
diferencia fundamentalmente de los de Boccaccio y Bandello, pues el encuentro
de don Quijote con Maritornes se debe a la casualidad, mientras que en los
italianos, una dama importunada por un enamorado se venga de él
poniéndole una cita en la oscuridad, a la cual manda a su criada
feísima. Con todo, se hace evidente que Cervantes -al igual que otros
grandes escritores del Siglo de Oro- se inspiraba en la
Novella
italiana.
Primero, se
identifican las varias ediciones de la novela titulada
Adiciones a la historia del ingenioso hidalgo
Don Quixote de la Mancha... (1786) y se discute la crítica que se
ha publicado en torno a esta obra. Luego se comenta la confusión que
existe sobre la identidad del autor, que es Jacinto María Delgado y no
Juan Francisco de la Jara u otro de los muchos que se han asociado con esta
novela. Finalmente, se comenta el papel original e interesante del supuesto
narrador, Cide Hamete Benengeli, en la obra.
El
artículo trata de la forma en que fue recibido el
Quijote en la Inglaterra del siglo XVIII,
tanto como ejemplo de institucionalización literaria como de acogida por
parte del público lector. El primer fenómeno se deduce a
través de las traducciones y ediciones que del
Quijote se hicieron en la época,
así como del estudio de Frank Kermode:
The Classic, Literary images of Permanence and
Change. La forma de entender la obra por parte del público se
ejemplifica, a su vez, a través de las interpretaciones del
carácter de Don Quijote hechas a lo largo del siglo XVIII, según
la distinción de Wolfgang Iser entre la
Rezeptionstheorie y la
Wirkungstheorie. En
conclusión el modelo del texto literario propuesto por Iser se aplica
para ilustrar las actitudes y limitaciones de los lectores del siglo
XVIII.