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Depto. de Filología Española
Universidad Autónoma de Barcelona
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La editorial Crítica acaba de publicar en su nueva colección «Letras de humanidad», dirigida por Gonzalo Pontón Gijón, La rara invención. Estudios sobre Cervantes y su posteridad literaria, del ilustre cervantista Edward C. Riley, fallecido pocos días antes de que el volumen saliera a la venta. El libro se convierte, de esa manera, en un homenaje póstumo al autor del famoso ensayo Cervantes's Theory of the Novel, del que tanto han bebido las últimas generaciones de cervantistas.
La rara invención reúne por primera vez, y en un solo volumen, quince estudios que el autor consideró como sus trabajos fundamentales sobre el cervantismo y que ahora salen traducidos al castellano, casi todos por primera vez. A este propósito no está de más señalar la traducción de Mari Carmen Llerena, que consigue trasladar de manera lograda los distintos matices argumentativos de cada estudio.
Algunos de los artículos son ya muy conocidos (como, por ejemplo, el célebre «'El alba bella que las perlas cría': la descripción del amanecer en las novelas de Cervantes», en el que se analiza el uso irónico de un tópico clásico), otros no tanto; en conjunto, la antología abarca un período de más de cuarenta años (1956-1999) en los que la fecundidad del profesor Riley ha dado muestra de un agudo sentido crítico.
La primera parte del volumen, y la más amplia, está dedicada al Quijote, y toca asuntos tan significativos como el baile de disfraces y el problema de la identidad de los diferentes personajes de la novela («Quién es quién en el Quijote. Una aproximación al problema de la identidad») -cuyo perspectivismo puede considerarse como el origen de algunos de los desarrollos de la literatura del siglo XX- o tan sorprendentes como la función que desempeñan los varios tipos de equipaje en la narración («Bultos, envoltorios, maletas y portamanteos. Un detalle de la técnica narrativa de Cervantes»). Particularmente sugerente es el ensayo titulado «Tres versiones de la historia de don Quijote» donde Riley -reelaborando —156→ temas ya tocados en su Teoría de la novela en Cervantes- desmenuza admirablemente la crónica de Cide Hamete, la continuación de Avellaneda y la historia idealizada de su vida que imagina el propio don Quijote para ilustrarnos sobre la técnica narrativa cervantina y la intersección e interdependencia de los varios planos interpretativos en el Quijote.
Aparte de los ensayos sobre características generales de la novela, los hay también dedicados a temas más específicos. Por ejemplo, el análisis de un episodio de la segunda parte del Quijote sobre los agüeros y su importancia formal y simbólica al final de las peripecias del protagonista («El simbolismo en el Quijote (segunda parte, capítulo 73)»), el examen de un pasaje de la segunda parte de la novela a la luz del Quijote apócrifo («'Uñas de vaca o manos de ternera'. Cervantes y Avellaneda») o el estudio del episodio de la cueva de Montesinos («Metamorfosis, mito y sueño en la cueva de Montesinos») como recreación interior del propio don Quijote que pone en evidencia la drástica disparidad entre mundo mítico (terreno del romance) y mundo empírico (ámbito de la novela realista o novel).
Muy interesantes son también los dos artículos finales de esta sección, dedicados al análisis comparatista («¿Qué ha sido de los héroes? El Quijote y algunas de las grandes novelas europeas del siglo XX») y a la cultura de la imagen («Don Quijote, del texto a la imagen»). En el primero, Riley traza algunos paralelismos entre don Quijote y los protagonistas de cinco grandes novelas del siglo XX-el Ulises de Joyce, El proceso de Kafka, 1984 de Orwell, La peste de Camus y Tiempo de silencio de Martín-Santos-, constatando una difuminación de la idea tradicional del heroísmo. En el segundo, publicado originalmente en la revista Cervantes, analiza de manera aguda e indudablemente amena la extraordinaria pervivencia iconográfica de la pareja don Quijote/Sancho en nuestros días, desde los dibujos de Picasso a los ceniceros para turistas de la Costa del Sol, éxito que se debe, entre otras causas, a la asociación carnavalesca de dos figuras arquetípicas y a la tradición de la pareja de cómicos, tan importante desde la commedia dell'arte hasta hoy.
Con todo, de esta primera sección la aportación más novedosa es sin duda el ensayo dedicado a la figura de Pasamonte («'Sepa que yo soy Ginés de Pasamonte'»), el único inédito de la antología, fruto de una disertación que Riley hizo en Barcelona a finales de 1999, en el marco de las Lecturas del Quijote, ciclo anual de conferencias nacidas como complemento de la edición del Quijote por el Instituto Cervantes, bajo la dirección de Francisco Rico. El artículo analiza detalladamente las varias apariciones del personaje a lo largo de las dos partes de la novela y capta la evolución de Pasamonte desde el galeote autor de su propia biografía picaresca (en contraposición a la nueva novela realista propuesta por Cervantes) a su transformación en maese Pedro, que lo aleja del estereotipo determinista del pícaro, con lo —157→ que Cervantes vuelve a reafirmar su oposición a las restricciones genéricas.
A la primera sección, dedicada enteramente a los problemas que suscita el Quijote y al análisis de la novela, sigue otra no por más breve menos interesante, compuesta por dos artículos bastante conocidos, el primero de los cuales es el único del volumen que ya había sido traducido al castellano («Una cuestión de género»). En él, Riley traza una importantísima distinción entre romance y novel y analiza toda la producción cervantina a la luz de estos dos géneros en prosa. El segundo artículo («La novela de caballerías, la picaresca y la primera parte del Quijote») ahonda una vez más en las complejas relaciones entre el Quijote y otros tipos de ficción en prosa, especialmente el género picaresco, para subrayar la elevada consciencia crítica de Cervantes.
Tres artículos dedicados a las Novelas ejemplares, en especial al «Coloquio de los perros», concluyen el volumen. En «Cervantes y los cínicos ('El licenciado Vidriera' y el 'Coloquio de los perros')», Riley identifica para el personaje de Vidriera una posible fuente de inspiración en el filósofo cínico Diógenes Laercio y en la filosofía cínica en general, de la que rastrea algunos elementos también en Cipión y Berganza. A continuación, el autor estudia las fuentes literarias del «Coloquio de los perros» («Los antecedentes del 'Coloquio de los perros'») desde las clásicas Metamorfosis de Apuleyo, pasando por los diálogos lucianescos y el más cercano Baldo. Finalmente, Riley nos desvela en el artículo de cierre («Cervantes, Freud y la teoría narrativa psicoanalítica») un curioso episodio de nuestra cultura contemporánea, al detallar el profundo interés sentido por Sigmund Freud por Cervantes en general y por el Coloquio de los perros en particular, lo que jugó un papel, al parecer no desdeñable, en la elaboración de su método psicoanalítico. El estudio intenta desentrañar los paralelismos entre la novela cervantina y el psicoanálisis freudiano en tanto que diálogo, a la luz de la teoría narrativa.
En definitiva, el volumen recientemente editado puede sin duda considerarse como un instrumento muy provechoso para el que quiera ver reunidos en forma de libro -y en lengua castellana- algunos de los ensayos más sugerentes de Riley. El hecho de que la publicación de La rara invención haya coincidido prácticamente con la desaparición de su autor le confiere, además, el valor de postrero homenaje a quien, con su fina agudeza crítica, tanto ha hecho por el cervantismo.