Obra premiada en los Juegos florales del Rat-Penat, celebrado en Valencia en 16 de Marzo de 1885, por D. Antonio Chabret, individuo correspondiente de la Real Academia de la Historia.-Barcelona, 1888.
Dos tomos en 4.º de más de 500 páginas cada uno, ilustrados con planos topográficos, fotograbados y numerosos dibujos, y precedidos —556→ de un Prólogo, por D. Teodoro Llorente, constituyen esta importante obra. El primer tomo, consagrado á la historia de la ciudad y comarca Saguntina, se divide en 31 capítulos, que investigan ó ponen de manifiesto los hechos memorables desde las edades más remotas hasta la nuestra. El segundo escribe los monumentos arqueológicos y arquitectónicos de la ciudad; y en dos muy nutridos apéndices de cuestiones peculiares y documentos justificativos sienta la base de un edificio literario, en cuya construcción ardua y costosa, y obra de los siglos que han de venir, cabe al Sr. Chabret la gloria de haber delineado el plan y zanjado con tan hábil como diligente crítica los fundamentos.
La parte
histórica, en las épocas anteriores á la
romana, recibe del autor nuevo raudal de luz, sacado de la ciencia
natural que estudia las transformaciones del terreno, y en sus
entrañas descubre materiales, ya fósiles, ya debidos
al arte naciente ó ruda mano del hombre primitivo. Las capas
de aluvión que han cegado el emporio ó puerto de
Sagunto le permiten conciliar, ó por lo menos acercar,
encontrados pareceres de los autores antiguos sobre la proximidad
del mar á la ciclópea fortaleza, que siguió
probablemente las vicisitudes de la de Tarraco, antes que
su incendio por el indomable Aníbal señalase el
principio de la segunda guerra púnica. Las citas, que no son
pocas, de geógrafos é historiadores, relativas
á Sagunto fenicia, helénica, cartaginesa y romana,
las compagina y completa el Sr. Chabret por medio de la
arqueología artística ó industrial,
epigráfica y numismática, no sin dejar de valerse de
la resultante de estas dos últimas, conviene á saber,
la ciencia de los idiomas, que en Sagunto señala vestigios
del celtibérico confinante en Segorbe. Lástima grande
que los textos griegos, citados á propósito y
doctamente traídos é interpretados, anden casi
siempre reñidos con la ortografía, y tan desfigurados
ó descompuestos, que dan sobrado á entender el atraso
en que yace entre los españoles tan noble idioma. La
época cristiana romano-visigótica debe asimismo al
autor algunos adelantos, tomados de los monumentos y de recientes
escritos de nuestros sabios compañeros los Sres.
Fernández Guerra y Menéndez Pelayo. En particular
merece notarse la consecuencia que infiere de la moneda de oro
acuñada á principios del siglo VII por
—557→
el rey Sisebuto en Sagunto, moneda cuyo facsímile
ilustra la página 148 del primer volumen, y que de consuno,
con los testimonios de Paulo Orosio, San Martín de Tours y
San Isidoro, viene á demostrar que Sagunto permaneció
incólume y bien poblada, hasta que, víctima de la
devastación, trocó su nombre por el de
(Murbiter, Murviedro), que le dieron los árabes en
el siglo VIII. Para historiar la época musulmana acude el
Sr. Chabret á fuentes tan puras y caudalosas como las que
han hecho correr los Sres. Gayangos y Codera y el inolvidable Dozy,
sin descuidar las cristianas, como la Crónica del
Cid, que publicó el P. M. Risco. Pero donde más
se distingue el arduo estudio, criterio sano é infatigable
diligencia del autor, es en los tiempos que siguieron á la
reconquista de Murviedro en 1233 por el rey D. Jaime. Cuarenta y
tres documentos selectos y copiados íntegramente de sus
originales, notas innumerables en todo el decurso de esta parte de
la obra, que han necesitado larguísimos años de
exploración en varios archivos, libros y hojas impresas, por
insignificantes que puedan parecer, pero que dan razón de la
nobleza, clero, instituciones municipales, hijos ilustres, aljamas
hebrea y morisca, ramos del saber, artes, industria, agricultura,
etc., y, en una palabra, todo cuanto ha logrado encontrar y
elaborar el Sr. Chabret para que el curso de la narración se
continúe claro, fijo, seguro, recto, circunstanciado y
deleitable, le hacen acreedor al título de benemérito
escritor é ilustre historiador de su patria, que no le
negará la posteridad agradecida.
Madrid 20 de Abril de 1889.
Fidel Fita