Apena verdaderamente el ánimo la consideración
de que se halle completamente preterida la memoria de varones ilustres que
consagraron su vida entera al engrandecimiento y esplendor de la patria. Los
servicios merecen siempre recompensa; ¿y qué otra puede otorgarse
á los que han dejado ya de existir en pago de los suyos que la
publicidad? El olvido arguye indiferencia, tal vez desprecio; y tanto lo uno
como lo otro es altamente censurable y hasta punible en aquel á quien
con razón pueda imputarse. Y cuenta que el reo de esta falta ó
delito no es la colectividad que, no siendo persona jurídica, no es
susceptible de responsabilidad alguna, sino el individuo ó individuos
que de intento ó al acaso han logrado adquirir noticias que honran el
nombre de los que fueron; porque debe tenerse entendido que la publicidad
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D. Lázaro Díaz del
Valle y de la Puerta, hijo legítimo de los Sres. D. Bartolomé el
Viejo y doña María, nació en la ciudad de León, en
uno de los primeros días de Abril del año 1606, pues del acta de
su bautismo resulta haber recibido este sacramento en la parroquia de San
Martín, de mano del rector de la misma, maestro Rojas Serrano, el
día 3 de dicho mes. Fué D. Bartolomé mayordomo de propios
de la ciudad511, destino que, según los estatutos municipales, no
podía conferirse si no á persona que reuniese las condiciones de
honradez y arraigo indispensables en todo aquel que haya de manejar los
caudales de la República. Tuvo D. Lázaro tres hermanas,
doña Melchora, de estado honesto, que falleció antes que
él; doña Jacinta, religiosa en el monasterio de Santa
María de Carvajal de León, y doña Paula, viuda, vecina de
León, madre de doña Paula Fernández del Valle, casada con
D. Fernando de Olivera Madrid y Santistevan, señor del mayorazgo de
Quintana de Raneros y vecino de León. Gerardo Ernesto de Franckenau (D.
Juan Lúcas Cortés), en su
Bibliotheca Hispánica
Histórico-Genealógica Heráldica, le da el apellido
Quiñones, quizá engañado por relaciones de afinidad que
pudiera tener con esta renombrada familia; porque parece indudable
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Del destino que tuvo, del estado que tomó, y de la índole de los escritos en que ejercitó su pluma, se deduce fácilmente cuáles fueron los estudios científicos, literarios y artísticos en que hubo de ocuparse D. Lázaro desde los primeros años de su juventud. Siendo de tierna edad pasó á la corte, al amparo y bajo la protección de dos tíos que desempeñaban oficios de la mayor confianza en el palacio de los Reyes, pues era el uno tesorero general de su majestad Felipe IV y contador de resultas, y el otro sumiller de la cava (hoy gentil hombre de la boca) de la infanta María Teresa, después reina de Francia. A este favor, y á la excelente voz con que le había dotado la naturaleza, pues él mismo dice en la dedicatoria de una de sus obras que «era caponcillo513 y tenía buena voz», debió ser admitido de alumno en el Colegio de la Real Capilla, donde estudió música, con tal aprovechamiento, que no tardó en obtener plaza de cantor, siendo después promovido al magisterio de la Real Capilla. La noticia de este último cargo no la debemos á D. Lázaro, que en su modestia jamás se tituló otra cosa que criado de su majestad en su Real Capilla y cronista general de estos reinos, como se lee en su testamento, sino al libro de Acuerdos del Monasterio de monjas de Santa María de Carvajal de León, del cual fué insigne bienhechor, donde se le llama expresamente cronista de su majestad y maestro de su Real Capilla.
En su juventud sirvió de paje á D. Diego
de Guzmán; y después, de familiar á D. Alonso Pérez
de Guzmán el Bueno, uno y
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No defraudó las
esperanzas de los que le honraron con destino de tanto empeño, pues
«escribió para el rey y otras personas obras
genealógicas, políticas é históricas de gran
estudio, adornadas del dibujo y divina poesía en romance y latín,
y de otras nobles y liberales artes é ilustres ciencias de mucha
curiosidad é importancia.» D. Luís de Salazar y Castro,
en su
Historia genealógica de la Casa de
Lara, juzga ventajosamente á Díaz del Valle como
genealogista, diciendo de sus obras que están «escritas con
exactitud é inspiradas en el amor á la verdad.» No es
menos favorable el juicio que acerca del mismo emite D. Gaspar Melchor de
Jovellanos en carta á D. Juan Agustín Cean Bermúdez, fecha
2 de Agosto de 1795514,
considerándole como aficionado al trato de las musas, pues le llama
decente poeta; y con efecto, cantó en regulares sonetos la pericia de
algunos pintores españoles, de los cuales trató
íntimamente á todos los coetáneos con residencia en la
corte, llevado de su natural inclinación á
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Hasta qué punto amó á su patria, lo dice
elocuentemente la siguiente cláusula de su testamento: «A la
dicha ciudad de Leon, por el mucho amor y voluntad que la tengo y ser hijo
della, la mando dos Libros que tengo escritos en pergamino y otro que es
tercera parte que está empezado de la
Historia de la Nobleza del reino de Leon y
principado de Asturias.» ¿Se cumplió esta
disposición testamentaria? Los libros legados aparecen en otras manos
que las de la corporación municipal de León, y por eso
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Es autor, como ya dijimos, de varias obras históricas y genealógicas, de las cuales, por desgracia, ninguna hasta ahora ha visto la luz pública, y algunas quizá hayan perecido, siendo irreparable el daño que en la república de las letras ocasiona su pérdida. Las de que tenemos noticia son las siguientes:
1 Historia y nobleza del reino de León y principado de Asturias, tres partes, la última solo empezada, 3 volúmenes en vitela, folio, 1657-1669. El primero, que se compone de 229 hojas, con un mapa, árboles genealógicos, retratos, empresas y escudos de armas, perteneció á D. Luís de Paz Nieto y Silva, vecino de Salamanca, quien le vendió al colegio mayor de San Bartolomé de aquella Universidad; de aquí pasó á ser propiedad de D. Gaspar Melchor de Jovellanos, siendo en la actualidad una de las más preciadas joyas que se guardan en la selecta biblioteca fundada por este distinguido repúblico en la villa de Gijón, su patria. El segundo le poseía doña María de los Remedios, viuda de D. Domingo de Guzmán; y después obraba en poder de D. Juan de Guzmán, hijo del marqués de Almarza, de la misma vecindad, sin que se sepa cuál haya sido su suerte. Del tercero no se tiene más noticia que la que da su autor en la preinserta cláusula de su testamento515.
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Nobleza en sangre y heróicas virtudes del
rey nuestro señor Felipe IV, con iluminaciones, 1 vol. Estaba en
poder de D. Pedro
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3 Genealogía de la Casa de Toral, ó comentario de la ilustre familia de Guzmán, y principalmente de la rama de los marqueses de Toral, de donde derivan su origen los duques de Medina de las Torres. 1 vol. Le cita Franckenau.
4 Ilustración genealógica de D. Alonso Pérez de Guzmán el Bueno, patriarca de las Indias, con un catálogo de los patriarcas que ha habido, el origen de esta dignidad y de los Capellanes mayores de los Reyes de España, el nombre de capellán y de capilla, y un índice de los Sumilleres de cortina con las genealogías de los capellanes de honor y predicadores de su majestad del tiempo del Sr. Pérez de Guzmán. 1 vol. fol., 1656, con escudos de armas, árboles genealógicos y retrato á la pluma del patriarca D. Alonso Pérez de Guzmán. Esta es la obra que menciona Franckenau con el título: Tratado de la Capilla real de los señores Reyes de España, con las genealogías de muchos patriarcas de las Indias, capellanes de honor y predicadores de su Majestad. D. Pedro Portocarrero, patriarca que fué de las Indias (1691-1701), conservaba en su copiosa y escogida biblioteca el autógrafo. Al presente se halla en la biblioteca de la Academia de la Historia, colección de Salazar.
5
Memoria de algunos hombres excelentes que ha
habido en España en las artes del dibujo. 1 vol., 1657-1659. En
1795 existía en poder del abogado D. José Reunes516,
secretario del duque de Alba y académico de la Historia. De este
manuscrito hizo sacar copia Jovellanos, y se la envió á Cean
Bermúdez. Esta obra en su forma actual no fué dispuesta por
Díaz del Valle, pero le pertenece; porque no es más que una
compilación de noticias de pintores españoles entresacadas de sus
escritos, verosímilmente
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El testamento bajo que falleció, le otorgó D. Lázaro en Madrid á 26 de Febrero de 1669, hallándose á la sazón enfermo de tal gravedad que no le fué posible firmar. En él dispone sea depositado su cadáver en el convento real de los Angeles de la villa de Madrid, y después trasladado á la ciudad de León y sepultado en la iglesia de religiosas benedictinas de Santa María de Carbajal, en lugar decente según su calidad, colocando en la pared una lápida de alabastro con el siguiente epitafio: «Aquí yace D. Lázaro Díaz del Valle y de la Puerta, natural desta ciudad de León, y criado del rey nuestro señor Felipe IV en su real Capilla, y su coronista general en estos reinos de España, el qual por grande devoción que tuvo á nuestro padre San Benito y á este santo convento se mandó trasladar á él desde el real de los Angeles de Madrid, donde fué depositado en... y aquí fué trasladado en... Dejó una memoria de una misa perpetua cada día, que se ha de decir en este santo convento á las doce dadas. Rueguen á Dios por él.»
Poco debió sobrevivir D. Lázaro al otorgamiento de su testamento, pues en el libro de acuerdos del monasterio de monjas de Santa María de Carbajal de León, antes citado, se le supone ya muerto en el mismo año 1669; y no mucho tiempo después hubo de hacerse la traslación de sus restos á la iglesia de dicho monasterio, siendo decorosamente colocados bajo lápida, con inscripción en el área del templo, no lejos de la reja del coro, al pie del altar á que sirve de ornato el precioso cuadro de María con el cadáver de Jesús y el discípulo predilecto de rodillas, legado del piadoso difunto. Cerca en el muro se halla colgado el otro cuadro que representa la resurrección de Lázaro, destinado, como el anterior, para este objeto por el finado en su última voluntad.
Al escribir estos ligeros apuntes acerca de
Díaz del Valle, no llevamos otro propósito que llamar la
atención de biógrafos y bibliófilos sobre este olvidado
escritor, estimulando á los unos á que emprendan un estudio
completo del laborioso cronista, y á los otros á que den á
conocer las obras citadas, cuyo paradero se ignora, si por dicha se conservan,
y las demás que hayan salido
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León Setiembre de 1887.
Juan L. Castrillón,
Presbítero
Correspondiente de
la Real Academia de la Historia
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