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En primer lugar a mis maestros, Américo Castro y Rafael Lapesa, que facilitaron mi avidez viajera y me enseñaron a llenarla de contenido. A Luciano García Lorenzo y Germán de Granda, que fueron causantes directos de los primeros viajes al norte y al sur del continente; a Emina Nasser de Natalicia; María Tereza Biderman; Ofelia Kovacci y Guillermo Ogilvie. Seguidamente a mis alumnas y colaboradoras, Verónica Zumárraga y Marcela Tabanera, y a Georgina Olivetto. Las instituciones han sido muchas, pero cuatro son fundamentales: la desaparecida editorial Kapelusz (Cincel-Kapelusz en su versión europea); la Sociedad Estatal para la Ejecución de los Programas del Quinto Centenario; el SECRIT, el Seminario de Crítica Textual, fundado por el desaparecido Germán Orduna y continuado por colaboradores de la talla de José Luis Moure; y la Secretaría de Cultura de la Nación, dirigida por Beatriz Krauthamer de Gutiérrez Walker, en conjunción y acuerdo con la Agencia Española de Cooperación Internacional; y mi universidad, la Universidad Autónoma de Madrid. Es justo recordar ahora la confianza de la Academia Norteamericana de la Lengua Española al nombrar correspondiente a este autor, el 14 de septiembre de 2001. No se agotan las gracias con las referencias, pero alargar este espacio puede ser más señal de inmodestia que de reconocimiento. Sólo una excepción para amigos, colaboradores y maestros chilenos, como los dos Ernestos, Livacic y Evans Espiñeira, respectivamente, Nelson Cartagena y Alfredo Matus.
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Este trabajo recoge, con ampliaciones y correcciones, varias presentaciones previas. Las publicadas están citadas debidamente en la bibliografía. Puede que se anticipe, por las peculiaridades de la edición en nuestro mundo científico, a alguna de ellas. A 9 de agosto de 2002 se redactó como la última y más extensa de las varias circulantes, en formatos impreso y electrónico, ampliada con adiciones posteriores. Es además, una versión desde la Argentina y para los argentinos que, en momentos especialmente difíciles, necesitan ver que seguimos unidos en el mismo empeño, que no hay que tener miedo.
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La preferencia por el término técnico categorial sobre categórica se basa en el deseo de evitar la confusión con el uso común de categórico como «indiscutible».
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Metodológicamente, el desarrollo del trabajo muestra también cómo pueden extraerse datos de los diccionarios con el más absoluto rigor y total precisión cuando el diccionario está codificado electrónicamente (se utilizan las ediciones en disco compacto del Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia Española, DRAE, y del Diccionario de uso del español, de María Moliner, MM. También se han tenido en cuenta diccionarios electrónicos del inglés y del italiano). En este aspecto, además se pueden señalar algunas consecuencias del análisis lexicográfico que la codificación el ectrónica facilita, así como su implacabilidad en la determinación de errores de los diccionarios.
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El trabajo clásico es de Whitney: 1875.
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Utilizo la forma hispánica del nombre, la que empleaba en mi trato con él, aunque, en las bibliografías, predomina Yakov.
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Aunque, como adjetivos, la mayoría de ellos pueden tener la terminación femenina y aparecer con realizaciones de tipo #ó#a, no se incluyen en este grupo los adjetivos de esquema básico #ó#a, como bosta, Ar., que se usa como coloquial despectivo para la persona egoísta o de malas intenciones, puesto que no nos consta que se use *bosto.
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Cfr. Emilio Alarcos, 1950, versión revisada de 2001. Alarcos alude al soneto de Arthur Rimbaud, Voyelles, de 1872 (nótese que el blanco que se aprecia en el texto corresponde precisamente a la «E»):
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Se han recogido todos los ejemplos de adjetivos del tipo definido arriba, cuyos esquemas formales se enuncian a continuación. Puesto que el procedimiento empleado ha sido la aplicación de un mecanismo de búsqueda electrónica, basado por ello en la escritura, nos ha parecido más coherente respetar el método. Los esquemas que siguen, por tanto, corresponden a la grafía, por lo que habrá que restar los dígrafos y pasarlos a la categoría simple inferior: zorro, por ejemplo, aparece en el esquema CoCCo, pero es sabido que fonéticamente es CoCo; chocho, que aparece en CCoCCo es, en realidad CoCo. No obstante, en las conclusiones, tenemos en cuenta la estructura fonológica que, en definitiva, es la que cuenta. Tras el esquema, la primera cifra indica el número de adjetivos, dentro de las palabras del esquema, cuyo número se expresa en la segunda cifra, tras los dos puntos. 13: 22, por ejemplo, significará que hay 13 adjetivos entre las 22 palabras que tienen el esquema que precede a los dígitos (CCoCCo en ese caso concreto). Se señalan en negrita las palabras que no están en el DRAE o no están como adjetivos y en redonda, destacada entre la cursiva de la enumeración, las que lista el DRAE, pero no define. Para el DRAE utilizamos la edición en disco compacto, que no es capaz de ordenar alfabéticamente la ñ en los ejemplos obtenidos como resultado de la aplicación de una regla con operadores booleanos y símbolos comodín, aunque sí en búsquedas más simples, por lo cual aparecerán descolorados.
CCoCCCo 2:2 [fonéticamente los dos son CCoCCo]
troncho, groncho.
CCoCCo 13: 22 [fonéticamente hay sólo 6 CCoCCo, 4 CoCCo, 2 CoCo, 1 CcoCo]
blondo, brocho, bronco, brozno, chocho, choclo, cholco, chongo, chorro, chozno, trompo, tronco, tronzo.
CoCCo 49: 114 [fonéticamente hay 11 CoCo]
bocho, bombo, borro, bosco, cocho, codro, combo, camto, congo, copto, corto, corvo, docto, fondo, forro, fosco, gocho, golfo, gordo, hondo, horro, hosco, jondo, longo, mocho, molso, mondo, mosco, ñorbo, pocho, pompo, porco, porno, porro, ronco, rorro, rozno, sonso, sonto, soplo, sordo, tocho, tonto, tordo, torvo, tosco, zompo, zonzo, zorro.
CCoCo 11: 32 [fonéticamente 4 son CoCo]
choco, cholo, choro, choto, croto, flojo, groso, plomo, probo, prono, trolo.
CoCo 43: 115 (hay que añadir 17 casos de dígrafos)
bobo, bofo, bolo, bono, boto, codo, cojo, colo, coño, coto, dogo, fofo, foto, godo, gofo, *hoto, joto, lobo, loco, loro, moco, mono, moro, moto, mozo, ñoco, ñojo, ñoño, noto, poco, rojo, romo, roso, roto, royo, solo, soro, soso, tojo, topo, tozo, zoco, zopo.
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Todo queda excluido de esta categoría, puesto que no se trata de un adjetivo calificativo.