531
Ningún elemento de respuesta encontramos desgraciadamente en el libro, punto menos que exhaustivo, de Emilio Cotarelo y Mori, Iriarte y su época, Madrid, Rivadeneyra, 1897.
532
Este título es el resultado de varias correcciones que constan en las tachaduras y en los añadidos de la primera hoja del manuscrito (véase lámina). Se advierte principalmente que la finalidad práctica de este Diccionario de sinónimos y equivalentes queda subrayada con la sustitución de Obra por Prontuario útil; además, serían inicialmente unos millares los artículos previstos puesto que primero había escrito Iriarte: «en [espacio en blanco] [abreviatura de mil]», prefiriendo luego una formulación menos precisa: «en gran número de». Programa desde luego excesivamente ambicioso, como suele ser el de casi todos los autores de diccionarios; pero no ha de olvidarse que se debe a un hombre de unos veinte años, que incluso quiere competir con los académicos (véase infra, fol. 8 r.).
533
En el original: «de lenguaje».
534
Lázaro Carreter pone: «en castellano», en vez de «en ningún idioma». Unas pocas líneas supra, transcribe: «lo que propiamente se llaman sinónimos» y, en lo alto del fol. 2 v., «sinónimas o equivalentes», olvidando una primera conjunción o (que sirve, sin embargo, para expresar una distinción entre ambos conceptos).
535
En este párrafo, Lázaro Carreter pone: «menos», en vez de «menor»; «diversidad», en vez de «variedad», y «distinta», en vez de «diversa».
536
Esta última frase aparece como un añadido en el original.
537
Después del «etc.», se lee en el original: «amistanza». En el borrador (fol. 11 v.), había escrito Iriarte a propósito de estas palabras: «De las antiguas se ponen las que todavía pueden tener uso, particularmente en la poesía; mas no aquellas de la Conquista [de] Ultramar, etc., que no pueden ser útiles en el día».
538
En el borrador (ibíd.) se lee lo siguiente: «Aunque se señalan las voces modernas, se omiten las modernas como ascendiente, que son puros galicismos introducidos sin necesidad». Se observará que desaparece aquí la palabra galicismo.
539
Del llamado Diccionario de Autoridades, decidieron los académicos hacer una segunda edición, de la cual sólo apareció -en 1770- el primer tomo, con dos mil doscientas voces más que en 1726: véase F. Lázaro Carreter, «Crónica del Diccionario de Autoridades (1713-1740)», Madrid, Real Academia Española, 1972, pp. 100-101 (recogido en sus Estudios de lingüística, Barcelona, Ed. Crítica, 1980, pp. 147-148). Es de observar que Iriarte, al rechazar las voces extra-castellanas, manifiesta un criterio opuesto al de la Academia, que había incorporado deliberadamente varios elementos del léxico periférico (véase ibíd., pp. 26-30; en los citados Estudios, pp. 90-93).
540
Después del «etc.», se lee en el original, como añadido: «amarillento, aletargado», voces que efectivamente no están en la reed. del primer tomo del Diccionario de Autoridades.