Selecciona una palabra y presiona la tecla d para obtener su definición.
 

21

AMADO ALONSO, ob. cit., pág. 149 y ss.

 

22

Todos los rasgos fonéticos que enuncio a continuación van muy rápidamente pergeñados. El artículo presente se concibió como un intento de divulgación, y de ahí que su rigor no sea extremo. El interesado en estos problemas puede ver mi Dialectología española, Madrid, Gredos, 1960. Sin embargo, el haber encontrado frecuentes citas de este trabajo en diversos lugares me ha animado a reproducirle sin retoques.

 

23

Va y se pone, aparte de su valor recto, tiene en el habla coloquial madrileña el valor de «dijo», «respondió», etcétera.

 

24

Fácilmente se reconoce al madrileño en la desenvoltura con que emplea en el habla coloquial expresiones de este tipo. Añadiré algunas más como ejemplos esclarecedores: ser un panoli, ser tonto, bobalicón; coger a uno de pipi, inocente, novato; ser un pira o pirante, sinvergüenza, fresco; ir de ganchete, cogidos del brazo; recibir la visita del nuncio, tener la menstruación; rezumar el ingenio, llevar caspa en el cuello y los hombros; hablar de boquilla, palabrería no acompañada de actos; dejar cortinas, dejar algo en el vaso donde se bebe; etc. A niveles altos de conversación pueden llegar frescales, vivales, rubiales, etc. Muy de sainete son sujeto, individuo, hombre; parné, dinero; bebecua, algo de beber; colgar, empeñar; etc., etc. Por todas partes mana el aire entre bromista y desgarrado, típico de las clases populares en la encrucijada de los siglos XIX y XX. De paso, conviene destacar cómo en todo lo que podemos llamar madrileñismo no figura nada que aluda a estadios superiores de vida o de cultura. Es siempre algo lateral, extramuros, donde las formas nobles de la existencia son a veces tan sólo entrevistas y a veces ridículamente imitadas.

 

25

Cito por Obras completas, edic. Aguilar, V, pág. 40 a.

 

26

Ibídem, pág. 232 a.

 

27

Ibídem, pág. 232 a.

 

28

Ibídem, pág. 30 b.

 

29

Ibídem, págs. 34-35.

 

30

Ibídem, págs. 31b.